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Resiliencia climática en áreas de juego: un nuevo enfoque de diseño y gestión

Las olas de calor, las lluvias torrenciales y los eventos extremos ya están afectando la seguridad y funcionalidad de las áreas de juego. El diseño adaptativo, el mantenimiento preventivo y la planificación urbana se convierten en herramientas clave para transformar estos espacios en entornos seguros y más resilientes para los nuevos desafíos climáticos

Resiliencia climática en áreas de juego: un nuevo enfoque de diseño y gestión
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Publicado en:

213. Tercer Trimestre (2025)
NÚMERO 213


ARCHIVADO EN:

Medio Ambiente

30/10/2025

TEMAS

Urbanismo

Accesibilidad

Sostenibilidad

Por Encarna Alemañ, Mª Cruz Arenas AIJU Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio.


Áreas de juego resilientes: jugar en un mundo que ya cambió

Las áreas de juego han sido, durante décadas, el escenario cotidiano donde los niños y las niñas aprenden a socializar, a caerse y levantarse, a explorar el cuerpo y el entorno. Pero el clima que los rodea está cambiando. Las olas de calor son más intensas, las lluvias torrenciales más frecuentes y las inundaciones, antes excepcionales, se vuelven más habituales. El resultado es una ciudad que obliga a rediseñar sus áreas de juego para que sigan cumpliendo su función esencial. Ofrecer experiencias de juego seguras, inclusivas y estimulantes, incluso cuando el termómetro sube o el cielo descarga de golpe lo que antes caía en semanas. Este cambio no es un pronóstico, es una realidad que ya está condicionando la manera de planificar, construir y mantener las áreas de juego. 

Imaginemos, por un momento, un área de juego cualquiera en pleno verano. El metal de un tobogán alcanza temperaturas capaces de producir quemaduras; el pavimento, en especial los oscuros, acumulan calor y lo devuelve como una radiación que disuade del juego; la sombra escasea y las fuentes están lejos o son insuficientes. Escena distinta, pero complementaria, ocurre con la lluvia extrema, lodos que cubren pavimentos amortiguantes, anclajes de equipamientos que han quedado ocultos o debilitados, charcos que duran días, y la preocupación añadida de que el agua acumulada pueda estar contaminada cuando las redes de drenaje se ven desbordadas. Estos no son escenarios hipotéticos, investigaciones en climas cálidos de Estados Unidos han documentado temperaturas peligrosas en equipamientos y pavimentos de juego, y en Europa la evaluación de riesgos climáticos urbanos pide acelerar la adaptación de los espacios públicos, incluyendo las áreas de juego. 

 

 

Que el juego al aire libre es saludable lo recordamos a menudo, pero conviene subrayarlo, ya que mantener a los niños y niñas activos mejora el desarrollo óseo, motor y cognitivo, y de bienestar; reducir esas oportunidades por falta de seguridad o confort térmico es, renunciar a un determinante de salud. Por eso, adaptar las áreas de juego al nuevo cambio climático es una inversión en salud pública y equidad, especialmente en barrios con menos acceso a zonas verdes de calidad.

 

Adaptar las áreas de juego al nuevo cambio climático es una inversión en salud pública y equidad, especialmente en barrios con menos acceso a zonas verdes de calidad

 

Clima y diseño: un diálogo imprescindible

La adaptación empieza mucho antes de instalar un equipamiento de juego. Es, ante todo, una interacción entre el lugar y el agua. Elegir emplazamientos fuera de corredores de escorrentía o zonas de flujo preferente reduce de raíz los cierres de las áreas de juego y las reparaciones tras tormentas. Cuando la ubicación no ofrece alternativas obvias, el relieve suave del terreno puede elevar de forma casi imperceptible el área de juego respecto a su entorno inmediato, conduciendo el agua hacia zonas diseñadas para retenerla temporalmente sin dañar equipamientos. Esta idea de que el parque “respire” con la lluvia forma parte del enfoque de Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), una familia de soluciones que capta el agua en origen, la ralentiza en su desplazamiento, la almacena y, cuando es posible, la infiltra o la reutiliza. Jardines de lluvia, pavimentos permeables, zanjas vegetadas o depósitos enterrados pasan así de ser elementos técnicos a convertirse en piezas de un paisaje lúdico y didáctico. Un ejemplo de ello es el parque La Marjal (Alicante) funciona como zona verde la mayor parte del tiempo y, cuando llueve con intensidad, actúa como depósito de tormenta con capacidad de decenas de miles de metros cúbicos, después, el agua se deriva a la red o se reutiliza. El mensaje es claro: un espacio verde puede ser bonito y, a la vez, una infraestructura crítica de adaptación. Otras ciudades, han experimentado con plazas que se convierten en zonas donde el agua se acumula temporalmente, como el Water Square Benthemplein de Rotterdam, o con parques que integran pendiente, vegetación y depósitos para retener agua en episodios extremos, como el Parque Centenario de Chulalongkorn en Bangkok. 

 

Europa está trabajando hacia un estándar urbano donde las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) ocupan el centro del diseño adaptativo

 

Otro punto clave es la relación entre el sol y los materiales. No todos los equipamientos de juego, en especial aquellos construidos de metal, como las diferentes zonas de un tobogán, especialmente en la zona de deslizamiento, ni todas las superficies y/o pavimentos se comportan igual ante una ola de calor. Evitar metales expuestos en zonas de contacto directo, optar por plásticos técnicos o maderas tratadas bajo sombra, y seleccionar pavimentos de color claro y baja conductividad reducen picos de temperatura superficial. No se trata solo de confort, se trata de prevenir lesiones y de recuperar el área de juego como refugio térmico de proximidad. En climas secos y extremos, proyectos piloto han combinado toldos textiles, arbolado denso de especie autóctona y sensores que registran la temperatura de los equipamientos para ajustar, incluso, horarios de uso o programar avisos. Europa, por su parte, está trabajando hacia un estándar urbano donde las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) (más copa arbórea, suelos permeables, cubierta verde) ocupan el centro del diseño adaptativo. 

 

 

Normativa, mantenimiento y cultura de prevención

La seguridad en las áreas de juego no depende únicamente del diseño inicial, sino de una gestión continua que combine normativa técnica, mantenimiento riguroso y una cultura preventiva. Las normas europeas EN 1176 y EN 1177 establecen los criterios esenciales para garantizar instalaciones seguras. En un contexto de cambio climático, fenómenos extremos como lluvias torrenciales o vientos intensos exigen ir más allá de las inspecciones rutinarias, aplicando criterios técnicos más rigurosos que aseguren la integridad de los equipamientos de juego y pavimentos.

 

 

La adaptación al riesgo climático también requiere integrar recomendaciones como las del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y la Directiva Europea sobre evaluación y gestión de los riesgos de inundaciones (2007/60/CE). Estas guías promueven soluciones basadas en la naturaleza (SBN) y Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), que permiten a las ciudades gestionar mejor el agua y reducir su vulnerabilidad. Incorporar estos enfoques en la planificación urbana y en los pliegos técnicos no solo fortalece la resiliencia de los espacios públicos, sino que también refuerza su valor social, ambiental y preventivo.

Finalmente, avanzar hacia una gestión preventiva implica un cambio cultural. Formar equipos capacitados para actuar tras eventos climáticos, comunicar con transparencia y fomentar la participación ciudadana, especialmente de la infancia. La resiliencia urbana no se logra solo con buenas prácticas, sino con estándares claros, financiación sostenida y una visión compartida que combine infraestructura verde, azul y gris.

 

La resiliencia urbana no se logra solo con buenas prácticas, sino con estándares claros, financiación sostenida y una visión compartida que combine infraestructura verde, azul y gris

 

Más allá del cumplimiento: una cultura compartida de resiliencia para las áreas de juego

La resiliencia en las áreas de juego comienza con decisiones informadas. Conocer el riesgo local de cada área de juego, como la exposición al calor o a inundaciones, permite priorizar inversiones y orientar el diseño de forma estratégica. A escala de área de juego, esto se traduce en soluciones concretas, como pavimentos permeables, zanjas vegetadas, jardines de lluvia o depósitos de retención, que ayuden a gestionar el agua de forma sostenible. También implica aumentar la sombra efectiva mediante arbolado autóctono y estructuras ligeras, y seleccionar materiales que reduzcan la temperatura superficial en zonas de contacto. Aunque no existe una única fórmula, sí hay una secuencia útil: diseñar teniendo en cuenta la ubicación, el drenaje y el confort térmico, y siempre bajo el marco de seguridad que ofrecen las normas europeas EN 1176 y EN 1177.

El mantenimiento antes, como parte de la gestión preventiva y después es fundamental. En el caso de un mantenimiento posterior, se requiere de protocolos específicos tras eventos extremos, con listas de verificación adaptadas a cada área de juego. La reapertura debe basarse en criterios técnicos verificables y comunicarse de forma clara para evitar usos prematuros. El respaldo de la norma europea EN 1176-7, junto con las indicaciones de fabricantes y recomendaciones sectoriales, permite evolucionar desde intervenciones reactivas hacia una estrategia de mantenimiento integral.

 

La resiliencia en las áreas de juego comienza con decisiones informadas. Conocer el riesgo local de cada área de juego, como la exposición al calor o a inundaciones, permite priorizar inversiones y orientar el diseño de forma estratégica

 

Por último, la contratación pública puede ser una herramienta clave para impulsar la resiliencia si incorpora criterios técnicos como drenaje sostenible, confort térmico y mantenimiento adaptado al riesgo. Cuando la financiación, local o apoyada por programas regionales o europeos, se orienta a soluciones integradas, se mejora la eficacia frente al cambio climático. Formar al personal municipal y fomentar la participación ciudadana contribuye a que las decisiones técnicas se comprendan, se compartan y se valoren. Así, las áreas de juego se mantienen seguras, funcionales y preparadas para escenarios climáticos adversos.

 

La contratación pública puede ser una herramienta clave para impulsar la resiliencia si incorpora criterios técnicos como drenaje sostenible, confort térmico y mantenimiento adaptado al riesgo

 

La experiencia que suma: investigación y práctica desde AIJU

Desde AIJU se está investigando cómo reforzar la seguridad y la resiliencia de las áreas de juego frente al cambio climático. Por un lado, el proyecto SEIDA analiza los daños provocados por eventos extremos y estudia cómo reducir su impacto en futuras situaciones similares.

En paralelo, el proyecto ClimSaFe4Children aborda el diseño desde la fase inicial, explorando cómo deben adaptarse los equipamientos y entornos infantiles para seguir siendo seguros y funcionales ante olas de calor, lluvias intensas o frío extremo.

Ambas líneas de investigación comparten un objetivo común, generar criterios actualizados que sirvan de referencia para fabricantes, técnicos y gestores públicos, con el fin de reducir daños, evitar cierres innecesarios y garantizar el derecho al juego en un contexto climático cada vez más exigente.


Bibliografia


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