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Renaturalización urbana: el camino hacia ciudades más saludables y resilientes

Además de proveer las infraestructuras y servicios necesarios para vivir, las ciudades incluyen, cada vez más, medidas para ser más saludables con la presencia de la naturaleza en el centro de su desarrollo

Renaturalización urbana: el camino hacia ciudades más saludables y resilientes
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Publicado en:

205. Tercer Trimestre (2023)
NÚMERO 205


ARCHIVADO EN:

Medio Ambiente

15/12/2023

TEMAS

Urbanismo

Sostenibilidad

El concepto es simple, su aplicación más compleja. Integrar la naturaleza en la ciudad, es la propuesta de la renaturalización urbana, un enfoque en el que además de la eficiencia y la innovación, los entornos saludables cobran cada vez más importancia para garantizar la calidad de vida de las personas en las ciudades. 

La introducción de elementos naturales en entornos urbanos se consigue mediante la plantación de árboles, la creación de zonas verdes, espacios naturales, parques, la restauración de ríos y la promoción de la biodiversidad, entre otras acciones. “Los servicios de los ecosistemas que proporcionan estas soluciones de la naturaleza ayudan a responder a los diferentes desafíos urbanos a los que nos encontramos como el cambio climático, la salud y la seguridad alimentaria”, recalca Estibaliz Sanz, investigadora del Basque Centre of Climate Change.

Dichas acciones cuentan con el apoyo de medidas políticas tanto a nivel europeo como nacional. “En mayo de 2020, la Comisión Europea lanzó la Estrategia de la UE sobre la biodiversidad para el año 2030, ‘Reintegrar la naturaleza en nuestras vidas’. Entre sus diversas propuestas, el documento plantea el objetivo de que todas las ciudades con una población de 20.000 habitantes o más desarrollen planes de ecologización urbana ambiciosos”, explica Carmen Avilés, Profesora Titular en la ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). 

 

"Los servicios de los ecosistemas que proporcionan estas soluciones de la naturaleza ayudan a responder a los diferentes desafíos urbanos a los que nos encontramos como el cambio climático, la salud y la seguridad alimentaria", afirma Estibaliz Sanz, investigadora del Basque Centre of Climate Change.

 

Posteriormente, esta iniciativa se vio acompañada por una medida nacional. “En octubre de 2020, el Consejo de Ministros del Gobierno de España aprobó la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y Conectividad y Restauración Ecológicas que incluye una línea de acción específica destinada al entorno urbano”, recuerda Avilés, también coordinadora de la Alianza por la Infraestructura Verde. 

“Acabar con un entorno urbano hostil no solo es posible, sino que además es necesario”, asegura Rita Gasalla, presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) que promueve la necesidad de naturalizar y humanizar las ciudades para mejorar la calidad y esperanza de vida de los ciudadanos y cuidar el medio ambiente. 

Para conseguirlo, es preciso llevar a cabo transformaciones en nuestro entorno caracterizado por edificios e infraestructuras y “restar protagonismo al asfalto para dársela a los árboles, jardines, parques, suelos porosos y láminas de agua”, explica. “Las personas somos parte de esa naturaleza. No tiene sentido construir ciudades dando la espalda a las necesidades de los ciudadanos”, agrega esta defensora de una arquitectura y urbanismo saludables. 

Este trabajo debe realizarse a todos los niveles. “Desde ordenación metropolitana hasta la escala de barrio para introducir soluciones naturales que permitan incrementar la infraestructura verde y azul y con ello recuperar la biodiversidad, la calidad de los suelos y el ciclo ecológico del agua”, puntualiza Pilar Díaz Rodríguez, Socia fundadora de Paisaje Transversal, oficina de planificación urbana.  

De esta manera, se consiguen integrar las diferentes soluciones proporcionadas por la naturaleza y “aprovechar sus múltiples beneficios, medioambientales, sociales, en mitigación y adaptación al cambio climático y en conservación de la biodiversidad”, agrega Sanz. 

 

"Las personas somos parte de la naturaleza. No tiene sentido construir ciudades dando la espalda a las necesidades de los ciudadanos", Rita Gasalla, presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS).

 

Todos estos motivos provocan que, cada vez más, más ayuntamientos en el mundo estén impulsando la renaturalización urbana. “Ayuda a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos al proporcionar espacios verdes para el recreo y reducir la contaminación del aire y del agua”, asegura Avilés recordando que además contribuye a hacer frente al cambio climático al aumentar la absorción de carbono y reducir las temperaturas urbanas extremas. 

De esta manera, “aumenta la resiliencia frente a futuros cambios y eventos climáticos”, reitera Díaz Rodríguez que aboga por la renaturalización urbana como “una de las principales medidas a nivel global para evitar la superación de los 9 límites planetarios”. 

 

 

En un contexto global donde el aumento de la población urbana toma un protagonismo creciente, se vuelve imperativo un cambio de modelo.

 

A los beneficios medioambientales se le unen los sociales con “espacios públicos de encuentro que ayudan a cohesionar a la sociedad y apoyar a la población más vulnerable que es la principal afectada por el cambio climático”, agrega la investigadora vasca. 

En un contexto global donde el aumento de la población urbana toma un protagonismo creciente, se vuelve imperativo un cambio de modelo. “Hemos llenado las ciudades de vehículos, instalaciones y servicios contaminantes, olvidándonos de lo más importante: las personas”, lamenta Gasalla recordando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de al menos un árbol por cada tres habitantes para asegurar una buena calidad del aire en la ciudad.

Díaz Rodríguez reconoce que existen retos que las autoridades deben hacer frente: “adaptar el planeamiento urbanístico y territorial para integrar una infraestructura verde y azul cohesionada y conectada, además de ajustar la normativa de las infraestructuras urbanas y la gestión y mantenimiento del entorno urbano, con el fin de posibilitar la incorporación de soluciones basadas en la naturaleza”. 

Sin embargo, considera que se precisa también un papel activo de la ciudadanía que se involucre en su lugar de residencia, así como de aquellos actores que desarrollan sus actividades en la ciudad “como impulsores de iniciativas verdes y aliados en el proceso de naturalización, que resulta tan beneficioso para su calidad de vida”.

 

 

“Para conseguir esta implicación es necesario hacer partícipe a la población en sus diferentes fases de planificación, diseño, implementación, usos, mantenimiento, etc.”, opina la investigadora vasca. Así, se conseguirá que la considere como "propia" y contribuya a su buen manteniendo y utilización. 

Para Gasalla, que también es CEO de la empresa Gälow Arquitectura Saludable, “el principal reto es teñir de verde y oxigenar las ciudades”. “Hay que reducir la contaminación atmosférica causada tanto por el tráfico, como por las calderas y cocinas industriales, introduciendo más árboles y zonas verdes que nos ayudan a limpiar el aire y a mitigar el efecto isla de calor. Los árboles bajan la temperatura ambiental entre 2 y 8 grados centígrados en días calurosos y la humedad y nos proporcionan sombra. También reducen la contaminación acústica porque absorben el ruido procedente del tráfico y otras fuentes, ayudan a reducir las inundaciones al disminuir la velocidad del agua de lluvia y embellecen el entorno”, explica.

 

"Existen retos que las autoridades deben hacer frente como adaptar el planeamiento urbanístico y territorial para integrar una infraestructura verde y azul cohesionada y conectada, además de ajustar la normativa de las infraestructuras urbanas y la gestión y mantenimiento del entorno urbano", destaca Pilar Díaz Rodríguez de Paisaje Transversal.

 

Al valor económico que proporcionan revalorando las zonas residenciales y comerciales, se le añaden los beneficios para la salud humana. “Estar en contacto con espacios verdes se asocia con un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y estrés. La naturaleza mejora nuestro bienestar físico, mental y también social porque facilita el encuentro entre las personas y fortalece el sentimiento de comunidad”, destaca.

Sin embargo, otro de los retos con los que se enfrenta la renaturalización urbana proviene de la misma ciudadanía, según la investigadora vasca. “Cierta parte de la población considera estas estrategias de naturalización una amenaza frente al espacio reservado para el vehículo privado”, advierte. “Otro reto que no debe obviarse es tratar de evitar que estas actuaciones produzcan una gentrificación expulsando de los barrios a la población más vulnerable”, recuerda Sanz reiterando la necesidad de implicar a la comunidad desde un inicio para “valorar estos posibles efectos negativos y pensar en medidas que los controle”. 

Por ello, hay que “educar sobre la importancia de la renaturalización urbana”, agrega la profesora de la UPM que señala a la planificación de la integración de espacios naturales en la infraestructura urbana, así como la inversión en la creación y mantenimiento de estas áreas verdes, como otros retos de la renaturalización urbana. Según Avilés, los procesos para llevarla a cabo deben basarse en “preservar y conservar el patrimonio natural existente”, de manera que se restauraren ecológicamente ecosistemas modificados y creando corredores ecológicos que unan diferentes entornos. Asimismo, considera primordial gestionar en armonía con los procesos naturales. “Las estrategias de renaturalización deben promover el equilibrio con los ciclos naturales del agua, nutrientes, energía y sucesión ecológica”, dice haciendo un llamado por adaptar la economía a los recursos y procesos naturales. “Las ciudades, como centros económicos y poblacionales, deben liderar la adopción de una nueva economía que se ajuste a los límites de la biosfera y las necesidades humanas”, añade abogando por promover valores sociales centrados en la naturaleza y las personas. 

 

Aunque España está en la carrera de convertirse en un referente en esta tendencia todavía tiene mucho recorrido que hacer y puede inspirarse de experiencias desarrolladas en el extranjero.

 

 

España rumbo a la renaturalización 

Según Avilés, el hecho que haya medidas políticas tanto a nivel europeo como nacional “anticipan un aumento en la movilización de fondos públicos, financiación europea y presión legislativa, lo que a su vez se traducirá en un aumento de los planes de renaturalización urbana en el futuro”.

Ya en los últimos años, la renaturalización urbana ha ido haciéndose un hueco en la planificación urbana en España. “Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, Madrid es una de las cinco ciudades europeas con más árboles y zonas verdes, solo por detrás de Oslo (Noruega), Berna (Suiza), Liubljana (Eslovenia) y Berlin (Alemania)”, recuerda Gasalla.

“Numerosas ciudades apuestan por la naturalización y recuperación del espacio público para la ciudadanía en detrimento del vehículo privado”, dice Sanz. No obstante, considera que hay que dar un paso adelante. “Es necesario integrarlas en la planificación urbanística como normativas vinculantes que obliguen a implementarlas”, asegura la investigadora del Basque Centre of Climate Change.

Para la socia fundadora de Paisaje Transversal, la concienciación es clave para seguir avanzando en la ruta a la renaturalización. “Hay algunas ciudades, sobre todo en País Vasco o Cataluña, pues sus ciudadanías están más concienciadas con este concepto. Vitoria-Gasteiz, por ejemplo, fue Capital Verde Europea y también mundial por liderar las políticas de naturalización desde los años 90”, apunta.

“La ciudad se ha destacado por su compromiso con la movilidad sostenible, la creación de áreas verdes y la gestión de residuos”, agrega la coordinadora de la Alianza por la Infraestructura Verde.

 

 

A ello se le une el hecho que “tiene una de las mayores redes de carriles bici de España, miles de árboles y un anillo verde de parques y humedales que hace las delicias de sus habitantes”, complementa Gasalla recordando el incumplimiento de la regla del ‘3-30-300’ que apunta que cada persona debería ver al menos tres árboles desde su casa, tener un 30% de cobertura vegetal en su barrio y estar a 300 metros de un parque. “Seguimos lejos de conseguir estos niveles ideales y lograr que todos los habitantes de una misma ciudad disfruten por igual de esas zonas verdes”, critica. “Hay notables diferencias entre barrios, en grandes ciudades como Madrid o Barcelona”, lamenta. 

Esta última ha sido reconocida internacionalmente por “la recuperación del espacio público con las superillas”, recuerda Sanz que también destaca el trabajo que ha hecho Madrid con la naturalización y recuperación de sus sendas fluviales, al igual que Murcia, así como Vitoria Gasteiz y Bilbao con sus anillos y las numerosas intervenciones realizadas en Valencia que le han valido coronarse Capital Verde Europea 2024, como la restauración de parques fluviales urbanos.  

“Llama la atención las iniciativas de otros municipios que ya están trabajando en planes específicos financiados por las últimas convocatorias de, por ejemplo, Fundación Biodiversidad como Málaga y Utrera (Andalucía), Zaragoza (Aragón), Torrelavega (Cantabria), Segovia y Zamora (Castilla y León), Ciudad Real (Castilla-La Mancha), Mataró, Sant Boi de Llobregat, Reus y Viladecans (Cataluña), Pinto y Rivas Vaciamadrid (Comunidad de Madrid), Benidorm y Valencia (Comunidad Valenciana), Santiago de Compostela (Galicia), Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias), Barakaldo (País Vasco) y Molina de Segura (Región de Murcia)”, detalla la coordinadora de la Alianza por la Infraestructura Verde. 

En este sentido, la socia fundadora de Paisaje Transversal destaca el esfuerzo de la Unión Europea con las políticas vinculadas al Pacto Verde Europeo y la financiación de los proyectos Horizonte relacionados con la infraestructura verde o las soluciones basadas en la naturaleza de las que se han beneficiado tanto Valencia como  Valladolid.

No obstante, para Gasalla el incremento de inversiones no es suficiente. “Hay que llevar a cabo transformaciones más profundas. Debemos ir más allá, repensando el entorno urbano para favorecer el bienestar físico mental y social de los ciudadanos”, reclama proponiendo algunas acciones para ello. “Con más vegetación y agua, y sustituyendo el asfalto por suelos porosos para responder a la afinidad que todos tenemos con la naturaleza y para evitar el efecto isla de calor; diseñando espacios para el encuentro para prevenir la soledad no deseada e introduciendo instalaciones deportivas, de juegos y sendas peatonales y ciclistas, que favorezcan el ejercicio físico entre otros”, aconseja. 

 

Una tendencia al alza a nivel nacional e internacional

Aunque España está en la carrera de convertirse en un referente en esta tendencia todavía tiene mucho recorrido que hacer y puede inspirarse de experiencias desarrolladas en el extranjero, según las expertas. 

“Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la capital noruega, Oslo, es la más verde: el 74 % de sus áreas urbanas está formado por zonas verdes. El 95% de sus habitantes tiene un parque a menos de 300 metros de su casa”, puntualiza la presidenta del Observatorio de Arquitectura Sostenible.

Sanz coincide en apuntar al norte de Europa como modelo. “Utrech, Amsterdam, pero también otras ciudades europeas y de Reino Unido como Viena, Hamburgo, Londres, son referentes en este tipo de soluciones”, dice. 

“Copenhague ha logrado integrar espacios naturales en su infraestructura urbana, promoviendo la movilidad en bicicleta y desarrollando áreas verdes accesibles”, argumenta Avilés recordando que “Singapur es un ejemplo en la planificación sostenible y la incorporación de la naturaleza en la ciudad, a pesar de su densidad poblacional”. 

Para la Profesora Titular de la Universidad Politécnica de Madrid, la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de ambas ciudades, así como la sostenibilidad ambiental son las consecuencias de una renaturalización urbana exitosa gracias a un enfoque innovador. 

 

"La mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de ciudades como Copenhague o Singapur, así como la sostenibilidad ambiental son las consecuencias de una renaturalización urbana exitosa gracias a un enfoque innovador", afirma Carmen Avilés de la Universidad Politécnica de Madrid.

 

Fuera de Europa, la presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) coincide en referenciar a Singapur, debido al incremento de sus áreas verdes. “Pasó de tener 158.600 árboles en 1974, a 1,4 millones en 2014. Los espacios verdes de la ciudad no han dejado de crecer, y se ha creado una gran red de corredores arbolados y peatonales, que conectan los parques entre sí. Y todo esto, acompañado de planes, leyes, y campañas de educación ambiental para la población”, explica argumentando este caso de éxito. “La mejora del entorno urbano ha impulsado a Singapur a las primeras posiciones del mundo en esperanza de vida”, destaca.

Para Sanz, Melbourne y Nueva York son otras ciudades a tener en cuenta fuera del Viejo Continente. “Son intervenciones ya asentadas que cuentan con un alto grado de aceptación y disfrute por la ciudadanía además que han demostrado su papel en la mejora de la resiliencia urbana ante los grandes desafíos como el cambio climático y salud de la población”, considera. 

Además de estas dos ciudades, también destaca el ejemplo de Vancouver. “En 2009 se fijó como objetivo ser la más verde del mundo y funcionar únicamente con energía 100% renovable en 2050”, agrega Gasalla. 

Para la socia fundadora de Paisaje Transversal, el trabajo que están llevando a cabo algunas ciudades europeas se remonta a décadas atrás, con la Carta de Alrborg. Firmada en 1994 por 80 autoridades locales europeas, ciudades, pueblos y países europeos se comprometieron a entrar dentro de los procesos de la Agenda 21 Local y a desarrollar planes de acción a largo plazo hacia la sostenibilidad. 

Mientras que en Europa destaca a Grenoble y Manchester “con su proceso Capital Natural”, fuera del Viejo Continente concuerda con Melbourne y amplía la mirada a Asia. “En China también se están haciendo grandes avances”, concluye Díaz Rodríguez.  


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