El auge de la circularidad en el mobiliario urbano refleja una evolución que va mucho más allá de la estética: un proceso que implica rediseñar los procesos productivos, superar barreras culturales y demostrar que la sostenibilidad puede ir de la mano de la calidad y la competitividad. Descubrimos cómo cuatro empresas españolas están trabajando para transformar la manera en que se conciben y utilizan estos equipamientos en los espacios públicos.
El mobiliario urbano está viviendo una transformación profunda y está llamado a desempeñar un papel esencial en la transición sostenible de las ciudades. Ya no se concibe únicamente como un conjunto de elementos destinados a cumplir funciones básicas —sentarse, depositar residuos, iluminar espacios— o a embellecer el entorno, sino como un vector estratégico para impulsar espacios más resilientes y capaces de reducir de manera efectiva su huella ambiental. En un contexto marcado por la emergencia climática, el agotamiento de los recursos naturales y la creciente presión normativa sobre la gestión eficiente de los materiales, la economía circular se ha consolidado como un principio fundamental que guía el diseño, la fabricación y la vida útil de estos equipamientos.
Este enfoque renovado implica repensar de forma integral todo el ciclo de vida del producto: desde la selección de materiales de origen circular y la optimización de procesos productivos y logísticos, hasta la modularidad, la reparabilidad y la capacidad de reintegrar cada pieza en nuevas cadenas de valor una vez finalizado su uso. El reto es ambicioso: conjugar innovación técnica, competitividad económica y un impacto positivo y tangible en el entorno urbano.
Para conocer en detalle cómo el sector está afrontando este desafío, hemos reunido la visión y la experiencia de cuatro empresas referentes en España. Gustavo Cerdá Vilaplana, CEO de Cervic Environment, aporta la perspectiva de una compañía con más de cinco décadas dedicada al diseño de mobiliario urbano sostenible y soluciones avanzadas de recogida selectiva. Jaume del Palacio, técnico de Benito Urban, explica el enfoque integral de una firma que combina tecnología propia, diseño de autor, sostenibilidad y eficiencia energética en productos presentes en los cinco continentes. Carlos Fábregas, gerente de Grup Fábregas, detalla cómo su empresa familiar ha evolucionado hacia un modelo que prioriza la durabilidad, la innovación en compuestos reciclados y la reducción del mantenimiento. Por su parte, Martín Mena, gerente de Representaciones Martín Mena S.L., comparte un enfoque centrado en la personalización y el acompañamiento al cliente, a través de una red de agentes que fabrican y distribuyen mobiliario urbano concebido como catalizador de entornos más inclusivos, saludables y con propósito.
A través de sus testimonios y experiencias, este reportaje analiza las claves de un cambio de paradigma que ya está transformando la manera en que se diseñan, se producen y se disfrutan los espacios públicos. Exploramos cómo distintas compañías integran los principios de la economía circular en cada fase de desarrollo del mobiliario urbano, revisamos los retos que afrontan para conciliar sostenibilidad, calidad y costes, conocemos ejemplos concretos de soluciones implantadas y descubrimos las tendencias emergentes que marcarán el futuro de estos equipamientos. Porque cada banco, cada papelera o cada fuente pueden convertirse en una pieza decisiva de la economía circular y en un compromiso real con el futuro de nuestras ciudades.
Para las cuatro empresas, la economía circular no es una declaración de intenciones, sino un enfoque práctico que integra todo el ciclo de vida del mobiliario urbano. Desde la selección de materiales, el diseño inicial y la fabricación, hasta el tratamiento, reutilización y reciclaje al final de la vida útil, cada etapa está orientada a reducir impactos ambientales y maximizar el aprovechamiento de recursos.
Uno de los pilares compartidos por las fuentes consultadas es el diseño modular y reparable, que facilita la durabilidad de los productos y la reutilización de sus componentes. Tanto Benito Urban como Grup Fábregas destacan que sus productos se conciben con uniones desmontables y piezas fácilmente sustituibles.
Jaume del Palacio, técnico de Benito Urban, subraya que esta filosofía permite “sustituir solo las piezas dañadas sin necesidad de reemplazar el conjunto completo”, prolongando así la vida útil. Además, el diseño es adaptable y permiten integrar el mobiliario en diferentes entornos sin necesidad de fabricar nuevos elementos, lo que contribuye a reducir significativamente el uso de recursos. En la misma línea, Carlos Fábregas, gerente de Grup Fábregas, explica que en su empresa el diseño modular y desmontable “evita que los productos acaben en vertederos”, al posibilitar su reciclaje completo al final de su ciclo de uso.
Por su parte, Cervic Environment aplica esta filosofía desde la fase de desarrollo de producto, incorporando en los pliegos de condiciones iniciales una amplia gama de criterios de sostenibilidad que deben cumplirse para que el producto sea considerado válido. La empresa realiza ensayos de resistencia y funcionalidad que garantizan una larga vida útil y una alta reparabilidad, con el objetivo de que todos sus productos sean muy duraderos y 100 % reciclables al finalizar su ciclo de uso. Además, proporcionan a los clientes información detallada sobre cómo deshacerse correctamente de los elementos al final de su vida útil, facilitando así su reciclaje.
El uso de materiales reciclados y reciclables es otro de los pilares transversales. Cervic Environment aplica metodologías de ecodiseño y herramientas de ingeniería de elementos finitos que permiten optimizar el uso de materiales, reducir al mínimo el consumo de materias primas vírgenes y aumentar la proporción de materiales reciclados, todo ello sin comprometer —e incluso mejorando— las prestaciones del producto, explica su CEO, Gustavo Cerdá Vilaplana.
De forma complementaria, Benito Urban emplea plásticos posconsumo, como REBNEW, y maderas de origen certificado, con componentes fácilmente separables que simplifican la gestión de residuos. También Grup Fábregas trabaja con plásticos reciclados post-consumo y maderas certificadas, y ha desarrollado compuestos innovadores con base vegetal que combinan cáscara de arroz y PVC reciclado.
La optimización de los procesos productivos y la reducción del impacto ambiental también son prioridades compartidas. Cervic Environment fabrica exclusivamente con energías renovables no contaminantes, gestiona de forma segregada todos los residuos de su actividad y mantiene un plan activo de reducción de huella de carbono que le ha valido el sello de Reducción del Registro de Huella de Carbono del MITECO. Benito Urban, por su parte, ha implantado una gran instalación de placas fotovoltaicas que cubre buena parte de sus necesidades energéticas y trabaja con proveedores locales para disminuir las emisiones derivadas del transporte.
Representaciones Martín Mena SL comparte la importancia de estos criterios, que aplica en sus productos con una filosofía orientada a la durabilidad, la integración en el entorno y el mínimo impacto ambiental. Pero subraya también la dimensión social del diseño. “No se trata solo de poner bancos bonitos con principios de la economía circular. Se trata de generar entornos saludables”, explica su gerente, Martín Mena. Sus soluciones no solo buscan reducir la huella ambiental —evitar residuos, mejorar la biodiversidad, disminuir la huella de carbono—, sino también crear espacios que absorban calor, inviten al descanso y fomenten la convivencia. “Cada elemento del mobiliario urbano es una decisión política. Una declaración de intenciones. Una apuesta por un mobiliario urbano reciclado y responsable, que le hable al ciudadano y al planeta al mismo tiempo”, concluye el gerente.
Pero llevar estos principios a la realidad cotidiana no está exento de dificultades. La incorporación de criterios de sostenibilidad en el mobiliario urbano plantea desafíos que van mucho más allá de la elección de materiales. Las empresas consultadas coinciden en que el proceso requiere innovar, adaptar diseños, superar reticencias del mercado y asegurar que las soluciones respetuosas con el entorno sean competitivas en prestaciones y precio.
Uno de los retos compartidos es combinar la sostenibilidad con los estándares de calidad, durabilidad, funcionalidad y estética que demandan los entornos urbanos. Gustavo Cerdá, de Cervic Environment, subraya que no es sencillo fabricar productos con materiales reciclados y reciclables que además sean resistentes al vandalismo, fáciles de mantener y visualmente atractivos. Para afrontarlo, la empresa ha invertido durante años en ecodiseño, ensayos de laboratorio y pruebas de uso real que garanticen que la sostenibilidad no reste rendimiento, fiabilidad ni seguridad. “Todo ello con un valor añadido: que esta oferta sostenible sea competitiva en precio, manteniendo un excelente equilibrio entre coste, prestaciones y diseño”, señala Cerdá.
Una experiencia similar destaca Jaume del Palacio, de Benito Urban, quien considera que demostrar que “la sostenibilidad puede ir de la mano con la calidad y la competitividad” ha sido uno de los principales desafíos, o incluso “oportunidades”, del proceso de innovación. La compañía ha trabajado en el desarrollo de nuevos productos sostenibles que mantuvieran los estándares de calidad y funcionalidad sin renunciar al diseño, la durabilidad ni el rendimiento. Gracias al profundo conocimiento de las propiedades técnicas de materiales como REBNEW, han conseguido satisfacer plenamente las expectativas de sus clientes.
Otro aspecto común es la necesidad de adaptar procesos y diseños para trabajar con nuevos materiales. En Grup Fábregas, este reto técnico ha implicado rediseñar productos, ya que los plásticos reciclados presentan resistencias y especificaciones diferentes a los materiales tradicionales. Según su gerente, este esfuerzo requiere no solo ajustes en ingeniería, sino también un aprendizaje continuo sobre la respuesta de cada material en condiciones reales.
La sostenibilidad también plantea desafíos económicos relacionados con el coste. Fábregas explica que los materiales reciclados suelen tener un precio más elevado que los convencionales, por lo que han apostado por economías de escala, soluciones modulares que reduzcan costes a largo plazo y una intensa labor de divulgación. “El objetivo es hacer entender a los clientes que el precio más elevado que pagan compensa también con el alto valor en sostenibilidad que aportan estos productos”, apunta.
A ello se suman barreras culturales vinculadas a la aceptación del mercado. “Las entidades públicas, ingenierías y constructoras llevan muchos años trabajando con acero, madera u hormigón, y en muchas ocasiones desconfían de materiales como el polietileno reciclado”, señala Fábregas, destacando la necesidad de concienciar y prescribir estas soluciones sostenibles para que tengan una entrada más rápida en el mercado.
Para Representaciones Martín Mena SL, este reto adopta una dimensión más conceptual. “El reto no es llenar la ciudad de cosas. Es llenarla de sentido, de elementos útiles, de espacios compartidos”, señala Martín Mena, que defiende que la sostenibilidad debe entenderse también como una apuesta por crear entornos con propósito, más allá del cumplimiento técnico. La transformación de calles y plazas pasa por equipar los espacios con soluciones que aporten valor social y ambiental. “Nuestro día a día es ir investigando sobre nuevos materiales para ver la viabilidad de incorporarlos en la fabricación de nuestros fabricados”, añade.
En conjunto, la experiencia de estas empresas muestra que la sostenibilidad en el mobiliario urbano exige integrar innovación técnica, viabilidad económica y un cambio cultural que valore el impacto positivo de cada elemento en la vida de las ciudades.
Las cuatro empresas consultadas han desarrollado líneas de producto que ejemplifican de manera concreta su apuesta por la sostenibilidad y la economía circular. Estas colecciones no son únicamente un compromiso teórico, sino soluciones reales que ya están instaladas en ciudades y espacios públicos, demostrando que es posible conjugar diseño, funcionalidad y reducción de impactos ambientales. Repasamos algunas de sus principales apuestas, que ilustran cómo la innovación puede convertir residuos en recursos y contribuir a un mobiliario urbano más responsable y duradero.
Bancos y jardineras Osaka y Málaga
Un ejemplo claro del enfoque circular de Cervic Environment es la colección de bancos y jardineras Osaka o el mobiliario urbano Málaga. Están fabricados con acero galvanizado con un alto porcentaje de material reciclado y plástico reciclado posconsumo o WPC. Estos materiales, además de su origen sostenible, no requieren mantenimiento, son resistentes a la intemperie y 100 % reciclables. “Son soluciones pensadas para entornos urbanos exigentes que prolongan significativamente su vida útil”, explica Gustavo Cerdá. Entre sus casos de éxito destaca su implantación en municipios costeros que buscaban productos resistentes, con bajo mantenimiento y alineados con sus políticas de sostenibilidad, logrando reducir la huella ambiental sin renunciar a la calidad ni al diseño.
REBNEW, un material reciclado de altas prestaciones
Benito Urban ha desarrollado REBNEW, un plástico reciclado posconsumo que no se degrada con el tiempo ni se ve afectado por agentes externos como la humedad o la salinidad. Este material combina sostenibilidad con prestaciones técnicas de alto nivel y no requiere mantenimiento. REBNEW se emplea en diversas líneas de mobiliario urbano —bancos, papeleras y juegos infantiles— ya instaladas en múltiples ciudades con excelentes resultados en durabilidad y aceptación por parte de los usuarios.
Fuentes urbanas Hércules
Como ejemplo pionero, Representaciones Martín Mena SL destaca la línea de fuentes urbanas Hércules, fabricadas con perfiles de plástico reciclado 100 %. Esta gama no solo cumple criterios de economía circular, sino que además mejora la durabilidad, el mantenimiento y la funcionalidad de este tipo de equipamiento. “Hemos demostrado que un material reciclado y reciclable puede ofrecer mejores prestaciones que opciones convencionales”, subraya Martín Mena.
Líneas ECOCITY y ECO OCEAN
Grup Fábregas ha impulsado dos líneas que representan su compromiso con el diseño responsable. Por un lado, la gama ECOCITY, formada por bancos y papeleras fabricados íntegramente con plástico reciclado, sin refuerzos metálicos. Cada unidad contribuye a recuperar y reutilizar kilos de plástico posconsumo, con la finalidad de crear espacios públicos más verdes y accesibles. Por otro lado, la línea ECO OCEAN va un paso más allá: está elaborada con plásticos marinos recuperados gracias a la colaboración con la empresa Ona Safe and Clean, que recoge residuos flotantes en puertos y playas mediante embarcaciones eléctricas. Esta alianza permite cerrar el ciclo de reciclaje de estos materiales, transformando residuos en mobiliario urbano de calidad.
A pesar de estos retos, las perspectivas son optimistas. El mobiliario urbano sostenible avanza hacia un modelo que combina materiales de origen circular, bajo mantenimiento y un diseño que contribuya a humanizar los espacios públicos. Para las empresas del sector, estas tendencias reflejan tanto el impacto de la emergencia climática como la evolución de las expectativas ciudadanas y la necesidad de una gestión más eficiente de los recursos.
Una de las corrientes más claras es la incorporación creciente de materiales reciclados y reciclables, motivada tanto por su menor impacto ambiental como por su bajo requerimiento de mantenimiento. Carlos Fábregas, gerente de Grup Fábregas, destaca que estos materiales tienen dos ventajas principales: “un mensaje de sostenibilidad que fomenta el cuidado del planeta y un bajo mantenimiento, lo que resulta muy interesante para las entidades públicas y las empresas de mantenimiento que buscan costes estructurales bajos”.
En la misma línea, Gustavo Cerdá Vilaplana, CEO de Cervic Environment, apunta que esta tendencia se consolida junto a la demanda de diseños que conviertan el espacio urbano “no solo en un espacio que se transita sino un espacio donde se socializa, que también se vive y disfruta”. La empresa ya trabaja en nuevas líneas de productos que combinan sostenibilidad, versatilidad y fórmulas menos invasivas, más respetuosas con el medio ambiente y capaces de adaptarse a los nuevos usos de la ciudad.
La durabilidad y la larga vida útil son otro criterio que gana peso como elemento diferencial. Jaume del Palacio, técnico de Benito Urban, observa un interés creciente por soluciones “que combinen responsabilidad, bajo mantenimiento y larga vida útil”, apoyadas en materiales duraderos como la madera certificada y en diseños modulares, reciclables y resistentes. “Contamos con referencias instaladas en vía pública desde hace más de 20 años que aún hoy se mantienen en perfecto estado. Para nosotros, ese es el verdadero valor del mobiliario sostenible: aquel que dura, se puede reparar y al final de su vida útil puede reciclarse”, subraya Jaume del Palacio.
Mirando al futuro, Benito Urban prevé que el sector evolucione hacia productos “más inteligentes, conectados, eficientes energéticamente y fabricados con materiales de origen circular”. Su estrategia ya incorpora estos principios para liderar la transición hacia un mobiliario urbano adaptado a los retos climáticos y sociales de las próximas décadas.
Por su parte, Representaciones Martín Mena SL reivindica que la transformación de las ciudades comienza con las decisiones cotidianas sobre su equipamiento. “El cambio climático no espera. La ciudadanía tampoco. Es hora de repensar las ciudades. De apostar por el detalle, por los materiales, por el propósito”, afirma su gerente, Martín Mena. En su visión, cada elemento —una jardinera urbana, un banco reciclado, una papelera sostenible— es “una oportunidad” para avanzar hacia entornos más saludables y responsables. “Transformar la ciudad comienza con lo pequeño y lo cotidiano. Con el mobiliario. Y eso, en manos expertas, puede marcar la diferencia en años venideros”, concluye.
En conjunto, las empresas coinciden en que el mobiliario urbano circular no solo debe responder a criterios ambientales, sino también convertirse en un aliado para crear espacios públicos más inclusivos, resilientes y significativos para la vida ciudadana.
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