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Del contenedor al dato: la revolución digital de la gestión de los residuos

La tecnología se consolida como motor del cambio en la gestión de los residuos urbanos, gracias a soluciones que conectan en tiempo real contenedores, vehículos, operarios, plataformas de control y ciudadanía, permitiendo la trazabilidad completa del residuo desde su origen hasta su tratamiento final.

Del contenedor al dato: la revolución digital de la gestión de los residuos
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Publicado en:

211. Primer Trimestre (2025)
NÚMERO 211


ARCHIVADO EN:

Medio Ambiente

19/05/2025

TEMAS

Recogida de residuos

Reciclaje


Lo que antes se resolvía con más camiones, maquinaria y operarios, hoy exige más datos, tecnología y decisiones en tiempo real. A la presión normativa -que exige aumentar las tasas de recogida selectiva de residuos y reducir el impacto ambiental- se suman las demandas ciudadanas de servicios más eficientes, transparentes y equitativos. En este nuevo escenario, la gestión de residuos ha dejado de ser una tarea meramente operativa para convertirse en una estrategia tecnológica y de sostenibilidad.

Hoy en día la tecnología permite trazar el recorrido de los residuos con una precisión inédita, identificar al usuario que los genera, adaptar los servicios a la demanda real e introducir sistemas tarifarios más justos basados en el uso. Además, aporta datos en tiempo real que fortalecen la toma de decisiones, mejoran el control operativo y abren la puerta a una gobernanza más participativa, en la que el ciudadano deja de ser un receptor pasivo para convertirse en actor corresponsable.

Pero esta transformación no ocurre por sí sola: requiere plataformas interoperables, dispositivos inteligentes, personal capacitado y, sobre todo, una apuesta decidida por parte de las administraciones. Para entender cómo se está produciendo esta transición digital en los sistemas de gestión de residuos, este reportaje recoge la visión de cuatro compañías con un papel destacado en el desarrollo e implementación de soluciones tecnológicas aplicadas al servicio público: MOBA, BARON, ID&A y MOVISAT.

En cada caso, hemos conversado con los responsables técnicos que lideran esta transformación desde dentro: Alex Viruela, Director Comercial de MOBA; Francesca Baron, Smart Bins Division Sales Manager en BARON; José Sáiz Ramiro, director de ID&A; y Miguel Ángel Gijón, responsable de Consultoría IoT Medio Ambiente en MOVISAT. Sus testimonios ofrecen perspectivas complementarias sobre cómo la tecnología, cuando se diseña desde la experiencia y el conocimiento del territorio, puede redefinir por completo la forma en que entendemos y gestionamos los residuos urbanos.

 

Hoy en día, la tecnología permite trazar el recorrido de los residuos con una precisión sin precedentes, identificar al usuario que los genera, adaptar los servicios a la demanda real e implementar sistemas tarifarios más justos basados en el uso efectivo.

 

Eficiencia, sostenibilidad y control: los retornos de innovar

La experiencia acumulada por estas empresas no solo se traduce en tecnología puntera y proyectos ejemplares. Una vez desplegadas sobre el terreno, sus soluciones demuestran beneficios tangibles y medibles para los municipios, tanto en la implantación de nuevas normativas como en la mejora continua del servicio. Desde la aplicación de tasas más justas hasta el cumplimiento de objetivos medioambientales, la tecnología no solo transforma cómo se gestionan los residuos, sino también por qué se hace mejor.

 

1. Facilitadores clave en la implementación de la nueva tasa de residuos

La entrada en vigor de la nueva tasa de residuos en España ha supuesto un punto de inflexión en la gestión municipal. Por primera vez, las administraciones deben garantizar que los ciudadanos paguen en función de los residuos que generan, aplicando el principio de “quien contamina, paga”. Para lograrlo, las soluciones tecnológicas ofrecidas por empresas como MOBA, ID&A, BARON y MOVISAT se están revelando como aliadas clave en el proceso de transición.

En este aspecto, las cuatro compañías coinciden en que la tecnología permite aplicar la tasa de forma más precisa, transparente y adaptable. En el caso de MOBA, Alex Viruela detalla cómo sus sistemas de identificación RFID, combinados con contenedores inteligentes con control de acceso y la plataforma integral MAWIS U2, permiten registrar las aportaciones de cada usuario y calcular la tarifa correspondiente. Algunas de estas herramientas ya están en funcionamiento en grandes ciudades como Barcelona, Zaragoza, Valencia o Girona. Además, MOBA dispone de la herramienta Wastip, que permite bonificar a quienes utilizan con frecuencia puntos limpios.

 

 

ID&A, con más una década de experiencia en la implantación de la tasa en Italia, pone el foco en la fiabilidad del dato como eje de legitimidad del modelo. Su director, José Sáiz Ramiro, señala que un dato no unívoco o comprobable debilita la aplicación de la tasa. Por ello, ofrecen a los municipios herramientas para anticipar el impacto del nuevo sistema sobre sus ingresos y hacer seguimiento a lo largo del tiempo, explica.

Por su parte, Francesca Baron, desde BARON, aboga por una tecnología basada en la adaptabilidad y el acompañamiento. Señala que las políticas públicas y las empresas de servicios siguen líneas de pensamiento diversas, y que su función es construir soluciones tecnológicas que permitan el consenso. “Nuestra misión es dar la mejor respuesta, aconsejando a las municipalidades para que las soluciones pongan a todos de acuerdo para el bien común”, afirma.

Desde MOVISAT, Miguel Ángel Gijón plantea una visión práctica y estratégica. Subraya que los responsables locales deben centrarse en dos pilares: un control riguroso del gasto y una metodología adecuada para el pago por generación. “La misión de la tecnología debe ser mostrar la realidad del servicio para optimizar tiempos y costes y ofrecer la máxima transparencia al ciudadano, que es quien paga la tasa y recibe el servicio”, alega. Considera que no hay una única receta válida: cada municipio debe adaptar la solución tecnológica a su contexto, pero siempre con herramientas que favorezcan la prevención, la separación en origen y la recogida selectiva.

 

"La misión de la tecnología debe ser mostrar la realidad del servicio que se realiza para poder optimizar en tiempos y costes, además de ofrecer la máxima transparencia de todas sus acciones al ciudadano, que es quien recibe tanto el servicio como la tasa", sostiene Miguel Angel Gijón, responsable Consultoría IoT Medio Ambiente de MOVISAT.

 

2. Más allá de la tasa: sostenibilidad, eficiencia y control operativo

Más allá de su papel en el cálculo de tarifas, la tecnología permite avanzar hacia modelos de gestión más sostenibles, eficientes y transparentes, alineados con la normativa y los objetivos de economía circular. Uno de los beneficios más visibles y relevantes es la contribución directa a la sostenibilidad y reducción de emisiones. La posibilidad de optimizar rutas de recogida a partir de datos en tiempo real permite reducir desplazamientos innecesarios, con el consiguiente ahorro de combustible y menor huella de carbono.

Los responsables de Baron y MOBA lo resumen de forma directa: “Menos kilómetros recorridos por los camiones, menos combustible y menos emisiones de CO₂”. Francesca, además, pone el foco en los beneficios ambientales visibles al fomentar una recogida selectiva más eficaz, que además de permitir compensar a los ciudadanos “más virtuosos”, mejora los índices de reciclaje y reduce los residuos enviados a vertedero. Asimismo, añade que los sistemas evitan la acumulación de residuos fuera de los contenedores, lo que contribuye a reducir la contaminación del suelo y el agua.

 

Más allá de su papel en el cálculo de tarifas, la tecnología permite avanzar hacia modelos de gestión más sostenibles, eficientes y transparentes, alineados con la normativa vigente y los objetivos de economía circular.

 

En cuanto al cumplimiento normativo, las cuatro empresas coinciden en que sus plataformas permiten una trazabilidad completa de los residuos, facilitando el seguimiento de indicadores clave como la tasa de reciclaje, el volumen recogido o la calidad de la separación. Gracias a esta información, las administraciones pueden tomar decisiones más ajustadas y diseñar estrategias de separación más eficaces, alineadas con la Ley 7/2022 y los objetivos de economía circular.

La mejora en la eficiencia operativa es otro de los beneficios destacados. La digitalización de procesos permite monitorizar el estado del sistema en tiempo real, generar informes automáticos, anticipar necesidades y reducir costes operativos. MOBA destaca especialmente estos aspectos, señalando que sus herramientas permiten una automatización total de procesos, desde la planificación hasta la facturación, sin perder trazabilidad ni control.

En esta misma línea, el experto de MOVISAT enfatiza cómo la tecnología ayuda a reorganizar los servicios de forma más eficiente, gracias a la recogida constante de datos operativos en tiempo real. “Esto permite no solo ajustar rutas, sino también supervisar el uso de vehículos y tomar decisiones estratégicas basadas en información objetiva”. Por otro lado, opina que para la toma de cualquier decisión relativa a inversión de un servicio, la gestión eficaz y eficiente o su supervisión por cualquiera de los agentes, se necesita disponer de datos objetivos, recogidos y transmitidos de forma automática, lo que permitirá a cualquier entidad local ser más eficiente y eficaz en la gestión y control del servicio público.

ID&A, por último, introduce un elemento que pocas veces se menciona: el impacto de la tecnología en la gestión financiera del servicio. Según Sáiz Ramiro, la identificación de usuarios no solo mejora la operativa, sino que permite aplicar “reglas de negocio de pago por comportamiento” que impactan directamente en los ingresos y gastos municipales. En su visión, el dato recogido en la calle es un activo estratégico que permite gobernar mejor. En conjunto, los beneficios van mucho más allá del cumplimiento normativo. Estas soluciones permiten construir un servicio más eficaz, más limpio y más justo, que responde a los desafíos ambientales del presente y prepara a los municipios para las exigencias del futuro.


Tecnología aplicada: del desarrollo a la realidad operativa

El despliegue de tecnologías avanzadas para la gestión de residuos se concreta en soluciones que integran identificación, trazabilidad, sensorización, automatización y gestión inteligente de datos. Cada compañía aporta una visión y una arquitectura tecnológica propias, desarrolladas en base a años de experiencia y afinadas en proyectos reales sobre el terreno.

 

MOBA

MOBA ha desarrollado una plataforma tecnológica integral para digitalizar y simplificar la gestión de residuos, combinando hardware robusto y software de altas prestaciones. “Diseñamos y fabricamos tanto los componentes físicos como las aplicaciones, lo que nos permite ofrecer soluciones escalables y adaptadas a cualquier escenario municipal”, explica Alex Viruela, Director Comercial.

Entre sus tecnologías destacan los sistemas de identificación RFID, el pesaje embarcado, los sensores de llenado y los ordenadores embarcados conectados a la plataforma de gestión MAWIS U2, un software que incorpora un sistema de optimización automática de rutas basado en algoritmos capaces de generar rutas dinámicas sin intervención del gestor. Completan su ecosistema herramientas como bitPAYT, una app para la ciudadanía que permite interactuar con el servicio público, solicitar recogidas bajo demanda o reportar incidencias.

Como caso de aplicación, Alex Viruela destaca el modelo implantado en Manresa, que combina recogida puerta a puerta comercial con contenedores identificados mediante control de acceso para la ciudadanía. “En los barrios donde ya funciona el nuevo sistema, se ha alcanzado una tasa de recogida selectiva del 75,5%, con un incremento de casi 50 puntos respecto al modelo anterior”, subraya.

 

ID&A

ID&A S.r.l. mantiene una apuesta decidida por la calidad del dato. “La aplicación de tecnologías emergentes forma parte del ADN de la compañía”, afirma su director, José Sáiz Ramiro, quien remarca que toda la arquitectura tecnológica de la empresa está orientada a asegurar la fiabilidad y trazabilidad de la información desde el primer punto de contacto: la calle. “Sin una correcta recolección de datos en la calle, cualquier tratamiento de información se convierte en una entelequia”, sostiene.

Sus soluciones están centradas en la identificación del usuario y en la mecatrónica aplicada a la recogida selectiva, con sistemas robustos, fiables y de alta disponibilidad. Entre los proyectos más representativos, Sáiz menciona los resultados obtenidos en La Garrotxa, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, Serveis Ambientals del Vallès Oriental, Pisa o Verona, donde la implantación de sus tecnologías permitió superar el 65 % de recogida selectiva desde la primera semana. “Es en el plano más cercano al ciudadano donde se juega el futuro de la evolución de cualquier servicio”, concluye.

 

BARON

BARON S.r.l ha orientado su desarrollo hacia soluciones para contenedores inteligentes y adaptables. “Nuestra filosofía se basa en acompañar al ciudadano en su proceso de separación de residuos, primero con la recogida puerta a puerta y después con contenedores diferenciados que incorporan tecnología según el contexto”, explica Francesca Baron, responsable de la división de smart bins. Sus dispositivos pueden integrar control de acceso, RFID, medición volumétrica o pesaje, en función del servicio requerido por cada administración.

Entre los casos más destacados, Baron menciona el proyecto en Devizia Cagliari, donde se implementaron cubrecontenedores inteligentes con programación remota de recogida y listas de usuarios autorizados. “Esto nos ha permitido reducir el número de contenedores en la vía pública y disminuir los costes de recogida en el casco histórico”, afirma. Otro ejemplo es el de Seab Biella, en el norte de Italia, donde se adoptó un modelo mixto: papeleras con transpondedor para viviendas unifamiliares y contenedores colectivos con boca volumétrica y acceso controlado. “El peso se calcula en el vehículo y se reparte entre los usuarios identificados, lo que facilita una tarificación más justa y precisa”, explica.

 

MOVISAT

MOVISAT ha desarrollado la Plataforma EcoSAT, una solución modular capaz de integrar todos los servicios municipales de medio ambiente bajo una misma vertical. “No solo aportamos tecnología, sino consultoría especializada para acompañar a cada entidad en su transición digital”, señala Miguel Ángel Gijón, responsable de Consultoría IoT Medio Ambiente. Entre sus herramientas destacan EcoVolum, sensores de llenado para optimizar rutas, y EcoLock IoT, un sistema de cierre inteligente que permite identificar usuarios y controlar accesos, con o sin cerradura, adaptado a distintos objetivos municipales.

Como ejemplo de éxito, Gijón destaca el proyecto de Smart Composting desarrollado con RSU Ciudad Real dentro del programa europeo CORE. Se desplegaron más de 120 composteras gestionadas digitalmente mediante el módulo EcoCompostaje, con un enfoque centrado en la economía circular y la inclusión social. “Un ejemplo muy significativo es el del CADI Manzanares, donde personas con discapacidad gestionan el proceso de compostaje de forma autónoma, convirtiendo residuos en compost de alta calidad para parques y jardines municipales”, explica. “Este tipo de soluciones permiten no solo optimizar el servicio, sino conectar la tecnología con el tejido social del territorio”.

 

Desafíos y aprendizajes en la implementación

Aunque las soluciones tecnológicas para la gestión de residuos avanzan a gran velocidad, su implementación en los municipios sigue enfrentándose a una serie de desafíos estructurales, económicos, técnicos y sociales. Las empresas especializadas en este ámbito coinciden en que el camino hacia una recogida más eficiente, inteligente y personalizada requiere no solo inversión en equipos, sino también una estrategia integral que lidere y acompañe el cambio. Uno de los obstáculos más señalados es la resistencia al cambio por parte de las administraciones locales. “La adopción de nuevas tecnologías puede encontrar oposición debido a la inercia de los métodos tradicionales y la falta de familiaridad con las innovaciones”, explica Alex Viruela. Una visión que comparte Francesca Baron, quien añade que muchas administraciones dudan en introducir tecnologías disruptivas por miedo a los costes o a la complejidad de su integración.

Miguel Ángel Gijón, desde MOVISAT, coincide en que el principal desafío para las entidades locales es incorporar la tecnología a sus servicios de gestión de residuos “A día de hoy nos encontramos con muchas Administraciones Públicas que, gracias a su experiencia previa (buena y no tan buena) con la tecnología, ya saben cómo liderar este cambio. Por desgracia, otras muchas no.” Desde su experiencia, recomienda a los municipios anticipar la estrategia tecnológica en las fases de planificación y contratación, realizar consultas con empresas especializadas, elaborar un estudio económico riguroso y, sobre todo, asumir un liderazgo claro en los proyectos tecnológicos, teniendo en cuenta su encaje con otras iniciativas municipales.

Francesca agrega que, en este camino, “es fundamental que el municipio no se sienta solo”, Por ello, necesita de un apoyo completo, desde el análisis inicial hasta la instalación, pasando por la formación del personal y la asistencia técnica.

El aspecto económico también aparece como una barrera recurrente. Tanto MOBA como BARON coinciden en que la inversión inicial puede suponer un freno, especialmente en municipios con presupuestos limitados. No obstante, estas empresas también enfatizan que el retorno operativo es significativo a medio y largo plazo, gracias a la optimización de recursos y la mejora en la prestación del servicio, y considera que es crucial que los municipios accedan a financiación y exenciones fiscales, haciendo que la transición a la tecnología inteligente sea más accesible. Otro punto compartido es la formación del personal municipal clave para garantizar la eficacia de las nuevas herramientas. MOBA considera esencial capacitar a los equipos en el uso y mantenimiento de sus tecnologías, mientras que BARON destaca su compromiso en este aspecto: “Hemos aprendido a cuidar mucho la formación del personal externo, para que los operadores municipales puedan gestionar la nueva tecnología de forma independiente”, apunta su directora. Cada empresa, sin embargo, añade matices propios al diagnóstico. MOBA subraya la complejidad en la gestión de datos generados por los sistemas, así como la necesidad de que estos sean compatibles con los sistemas municipales existentes. También menciona la dificultad técnica de integrar nuevas herramientas con infraestructuras ya en funcionamiento, un reto que demanda planificación detallada y soluciones modulares.

Por su parte, BARON advierte sobre las carencias tecnológicas estructurales que persisten en muchas ciudades como la falta de redes de datos confiables, lo que puede limitar la implantación efectiva de sistemas inteligentes. Ante esta realidad, subraya la importancia de adaptar cada proyecto al contexto local, teniendo en cuenta las infraestructuras existentes, las prioridades institucionales y los recursos disponibles. En este sentido, la flexibilidad y la personalización se vuelven imprescindibles. Además, la empresa pone el acento en la necesidad de un seguimiento y mantenimiento constante de los dispositivos, condición clave para garantizar su funcionamiento sostenido en el tiempo.

Por otro lado, ID&A introduce la dimensión ciudadana como reto central. Para su director, el mayor desafío es evitar el rechazo de la ciudadanía ante la introducción de nuevas tecnologías. “Para ello solo hay un camino: la información dentro de un contexto de campaña de divulgación”, sostiene. En su experiencia, cuando los municipios se implican desde el inicio, los resultados son “espectaculares”. Respalda esta visión Francesca Baron, quien considera que la clave para afrontar estos desafíos reside en la comunicación y la sensibilización, haciendo que los municipios comprendan y transmitan claramente los beneficios concretos de las innovaciones tecnológicas. Finalmente, Gijón subraya que la falta de información precisa y en tiempo real puede comprometer el objetivo principal de la informatización de estos servicios.

La digitalización no puede limitarse al control de la contrata, sino que debe permitir a los municipios generar datos de calidad, normalizados y trazables, que puedan integrarse en plataformas inteligentes a escala local, regional o europea. “Si no hay datos en origen que alimenten las grandes plataformas inteligentes con sus datos y experiencias históricas, estas no tienen sentido alguno. La inteligencia se aplica sobre datos. Si no hay datos, no hay inteligencia”, advierte.

 

Integración con otros sistemas: la interoperabilidad como condición

Este enfoque en los desafíos da paso a una cuestión clave: una vez superadas las resistencias iniciales, ¿cómo se integran estas soluciones en el ecosistema de gestión existente? Las cuatro compañías consultadas coinciden en que la interoperabilidad es una condición indispensable para el éxito. La tecnología no puede funcionar en silos, sino que debe ser compatible con otros sistemas municipales y con la infraestructura urbana heredada.

Alex Viruela remarca que las soluciones de MOBA están diseñadas para ser flexibles, escalables y adaptables. Ejemplifica con el sensor de nivel de llenado FLS3, que puede instalarse en cualquier tipo de contenedor y para cualquier tipo de residuo. Además, disponen de diferentes electrónicas y cierres mecánicos para adaptar los controles de acceso a casi cualquier contenedor. La tecnología digital de MOBA está basada en la nube, y su software es SaaS, lo que permite integrar los datos en plataformas municipales ya existentes y garantizar procesos automatizados y seguros, aunque a veces estas integraciones suelen tener cierta complejidad.

En el caso de BARON, la integración se aborda desde una visión de ciudad inteligente y conectada. “La adopción de contenedores inteligentes no es una innovación aislada, sino que forma parte de un ecosistema urbano cada vez más conectado”, explica Francesca. Sus dispositivos están diseñados para comunicarse con plataformas de gestión de vaciado, islas ecológicas o tarificación puntual, a través de API avanzadas que facilitan el control centralizado. Además, la empresa colabora con proveedores de software para asegurar que cada proyecto se adapte a las prioridades y recursos de cada municipio.

En contraste, ID&A ofrece una mirada más crítica sobre la madurez tecnológica del mercado. Sáiz Ramiro señala que la integración es complicada debido a que “los contenedores no están preparados para la implantación de la mecatrónica”. En este escenario, son los tecnólogos quienes deben asumir la adaptación a equipos que no fueron concebidos para estas soluciones. Sin embargo, vislumbra un cambio próximo: “Esto cambiará en los próximos años con nueva normativa y certificaciones”. Añade que en ciertos casos, como en los puntos limpios o sistemas de recogida selectiva avanzada, la integración resulta más fluida cuando el tecnólogo y el fabricante trabajan juntos desde el origen.

 

El éxito de la transformación digital en la gestión de residuos depende tanto del desarrollo tecnológico como de su capacidad para adaptarse a contextos diversos, integrarse con los sistemas existentes y contar con el respaldo institucional y ciudadano.

 

MOVISAT extiende la idea de integración más allá del hardware, hacia el ecosistema digital que debe consolidarse alrededor del servicio público. “Sin una correcta generación y trazabilidad de la información, las plataformas pierden eficacia y las administraciones se quedan sin herramientas para actuar”, explica Gijón. Su propuesta se basa en una plataforma tecnológica municipal capaz de generar datos fiables, útiles y alineados con las exigencias actuales de gobernanza digital.

Así, a pesar de las diferencias en los enfoques, las empresas coinciden en que el éxito de la transformación digital en la gestión de residuos depende tanto de la tecnología como de su capacidad para adaptarse a contextos diversos, integrarse con lo ya existente, y contar con el respaldo institucional y ciudadano. Solo con estos elementos alineados se puede avanzar hacia una gestión más sostenible, eficiente y justa.

Pero la dimensión técnica, por sí sola, no garantiza la eficacia del modelo. Las tecnologías necesitan ser aceptadas y utilizadas activamente por quienes generan los residuos: la ciudadanía. La transformación será incompleta si los ciudadanos no comprenden los cambios, no se sienten parte de ellos o no perciben sus beneficios. En este sentido, las empresas también dedican esfuerzos crecientes a involucrar activamente a la población en el nuevo paradigma de la gestión de residuos.

 

Ciudadano en el centro: tecnologías que informan, activan y premian

Uno de los componentes más delicados —y al mismo tiempo más decisivos— en la transformación del modelo de gestión de residuos es el rol de la ciudadanía. Las empresas consultadas coinciden en que las tecnologías por sí solas no bastan: es imprescindible implicar a la población en el proceso y responder a sus inquietudes y necesidades reales.

Desde MOVISAT, Miguel Ángel Gijón lo resume con claridad: “Debemos tener en cuenta que para conseguir el compromiso del ciudadano hay que poner a este y a las empresas —no las olvidemos— en el centro”. Para ello, subraya la importancia de una colaboración y comunicación efectivas entre todos los actores implicados, donde “cualquier detalle marca la diferencia” en la percepción del servicio. Su empresa promueve herramientas que fomentan la comunicación bidireccional, facilitando iniciativas como la reutilización de residuos en puntos limpios, fomentando el compostaje comunitario o domiciliario, así como la participación ciudadana ante mejoras o incidencias. Además, Gijón destaca una demanda creciente: integrar múltiples funcionalidades en una sola aplicación ciudadana, adaptada a las prioridades de cada municipio.

Desde BARON, Francesca Baron coincide en que la participación ciudadana no se da por sentada y debe ser activamente estimulada. “Una cierta reticencia inicial por parte de los ciudadanos es algo normal y que tenemos en cuenta”. Según su experiencia, la clave para superar ese escepticismo está en la comunicación pública: “La administración local tiene que ser capaz de informar tempestivamente sobre cualquier cambio, justificando las acciones que se vayan a emprender”. Una vez los ciudadanos entienden el porqué de las nuevas tecnologías, afirma, “se muestran satisfechos e involucrados”.

 

"La participación ciudadana no se da por sentado: hay que fomentarla con sensibilización e incentivos. Una vez los ciudadanos entienden el porqué de las nuevas tecnologías, se muestran satisfechos e involucrados", alega Francesca Baron, Smart Bins Division Sales Manager en BARON.

 

La participación ciudadana no se da por sentado: hay que fomentarla activamente. BARON apuesta por campañas de sensibilización, especialmente en la etapa escolar, así como por estrategias que premien el comportamiento virtuoso. “Hacer que el ciudadano se sienta partícipe en el bienestar ambiental, crear campañas inteligentes o premiar a los que mejor reciclan son maneras útiles para involucrar activamente a la población”, afirma Baron. Además, destaca que la lógica de separación debe acompañar al ciudadano en todo momento, desde el modelo puerta a puerta hasta el acceso a contenedores diferenciados por tipo de residuo, con tecnologías de control volumétrico o de peso según el contexto.

Desde ID&A, José Sáiz Ramiro también identifica una dualidad en la percepción ciudadana: “La identificación de usuario siempre fomenta recelos y esperanzas: recelos por el uso de los datos y esperanzas por poder diferenciar comportamientos virtuosos y ser recompensado por ello”. Para él, los ciudadanos valoran especialmente la facilidad de uso de los sistemas, la ausencia de fallos en el espacio público, y el reconocimiento de su comportamiento responsable.

En paralelo, Sáiz señala que las empresas concesionarias aún no comprenden completamente estas tecnologías, que perciben como herramientas impuestas, cuando en realidad podrían convertirse en palancas de mejora en la gestión del servicio. En el caso de MOBA, la apuesta es clara: la participación ciudadana se fomenta mediante el fin del anonimato del generador de residuos, a través de tecnologías de identificación. “Esto fomenta una mayor participación ciudadana en el reciclaje y la reducción de residuos”, explica Viruela.

Con ese objetivo, han desarrollado herramientas como bitPAYT, una aplicación que permite a los usuarios visualizar información actualizada sobre el servicio de recogida y acceder a un registro de sus propias aportaciones. Además, la app facilita la comunicación directa con la administración, reforzando la transparencia y la confianza.

 

"La identificación de usuario siempre fomenta recelos y esperanzas: recelos por el uso de los datos y esperanzas por poder diferenciar comportamientos virtuosos y ser recompensado por ello", sintetiza José Sáiz Ramiro, Director de ID&A.

 

En este contexto, MOBA también ha detectado demandas comunes entre ciudadanos y empresas: sistemas intuitivos, accesibles y transparentes. “Para satisfacer estas necesidades, trabajamos intensamente en el desarrollo y actualización de nuestras soluciones de software, con interfaces más amigables e información en tiempo real”, indica Alex Viruela. Así, más allá del despliegue tecnológico, las compañías subrayan que el verdadero cambio se consolida cuando el ciudadano deja de ser un receptor pasivo del sistema para convertirse en un actor activo en la cadena de valor del reciclaje. Esto solo se consigue si las herramientas son comprensibles, si el mensaje es claro, y si los beneficios —individuales y colectivos— son percibidos desde el inicio.

 


Datos y seguridad: confianza como pilar del sistema

En un modelo de gestión de residuos cada vez más digitalizado, la protección de los datos generados por los sistemas tecnológicos —especialmente aquellos vinculados a la identificación de usuarios, trazabilidad del servicio y comportamiento ciudadano— se ha convertido en un requisito esencial.

Las cuatro empresas consultadas coinciden en que la seguridad, la integridad y la confidencialidad de la información no solo son obligaciones normativas, sino condiciones indispensables para legitimar el sistema y garantizar la confianza institucional y ciudadana. Todas ellas operan bajo estándares reconocidos, como la norma ISO 27001 y el Esquema Nacional de Seguridad (ENS), aplicando protocolos avanzados de ciberseguridad y gestión de riesgos. En el caso de MOVISAT, este compromiso se ha visto reforzado con la obtención de la certificación ENS en Categoría Alta en 2024, lo que la consolida, hasta la fecha, como la única empresa en España que desarrolla e implanta soluciones tecnológicas para servicios municipales de medio ambiente con este nivel de acreditación.

Desde su perspectiva, la gobernanza de los datos es inseparable del servicio público: los municipios deben tener el control real de la información para garantizar su uso independiente, transparente e interoperable. Para ello, aseguran, es imprescindible que los datos se recojan y transmitan de forma automática, permitiendo decisiones estratégicas basadas en información objetiva, desde la planificación de rutas hasta la supervisión presupuestaria.

MOBA también subraya el valor de la trazabilidad como herramienta de garantía operativa. Sus sistemas de identificación RFID automática cuentan con el certificado Common Criteria rev. 4.0 nivel EAL1, que asegura que los datos recogidos desde el vehículo hasta el software de gestión permanecen encriptados y protegidos en todas las fases del proceso. Este nivel de seguridad permite aplicar con confianza políticas como el pago por generación o justificar de forma precisa la retribución a empresas contratistas. La prioridad, afirman, es blindar la cadena de información desde el origen hasta su explotación administrativa.

Por su parte, BARON apuesta por una arquitectura de protección donde la privacidad del ciudadano es el núcleo del diseño. La empresa aplica autenticación multifactor (MFA), cifrado de última generación y control de acceso basado en roles (RBAC), limitando el acceso a la información a lo estrictamente necesario. Su estrategia de anonimización desde el origen garantiza que ningún dato personal sea visible ni siquiera para el personal técnico, y que solo el organismo público responsable de la facturación pueda vincular los códigos con identidades físicas o jurídicas. Esta lógica permite cumplir con los requisitos más exigentes en materia de protección de datos, sin comprometer la operatividad del sistema.

Desde ID&A, el enfoque es igualmente holístico. Como empresa que desarrolla sus soluciones desde la fase de I+D hasta la implantación, conciben la seguridad como parte integral del ecosistema tecnológico. Cada componente —hardware, firmware, tarjetas RFID, aplicaciones móviles y servicios en la nube— está diseñado para operar bajo un mismo marco de protección.

 

Mirando al futuro: tecnología y circularidad en el horizonte municipal

Si hay un consenso claro entre los actores del sector, es que la transformación tecnológica de la gestión de residuos no ha hecho más que empezar. Las empresas pioneras ya están proyectando cómo será este servicio esencial en los próximos años: más inteligente, más automatizado, más conectado y, sobre todo, más sostenible y centrado en las personas.

Desde MOBA, el camino apunta a una digitalización integral del sistema, donde sensores inteligentes, inteligencia artificial y automatización se combinan con una ciudadanía más informada y comprometida. “Nuestra visión a largo plazo se centra en liderar la transición tecnológica hacia sistemas más sostenibles y eficientes, ofreciendo una solución integral a los municipios que les facilite la digitalización y el seguimiento de todos los procesos con una tecnología robusta que asegure la bondad de los datos generados”, afirma Alex Viruela.

Por último, destaca la importancia de establecer alianzas estratégicas como la establecida entre MOBA y el Clúster de Residus de Catalunya (CREC). BARON, por su parte, anticipa un escenario donde los contenedores inteligentes estarán interconectados y coordinados mediante plataformas centrales, capaces de procesar grandes volúmenes de datos en tiempo real.

Francesca Baron imagina sistemas que, mediante sensores 3D e inteligencia artificial, puedan detectar residuos no autorizados, predecir llenados o ajustar rutas, mejorando significativamente la eficiencia general del sistema. Además, trabajan en nuevas soluciones de control de acceso y tarificación por peso certificado, con la vista puesta en una trazabilidad más justa y precisa. Para la empresa, el futuro combinará tecnología punta, campañas de sensibilización e innovación colaborativa, invirtiendo de forma continua en investigación y desarrollo para no solo responder a las necesidades actuales, sino anticiparse a las futuras.

 

 

Desde MOVISAT, Miguel Ángel Gijón destaca que el desarrollo tecnológico seguirá creciendo, pero subraya que la clave estará en el uso inteligente del Big Data y en la calidad de la información. “La automatización, la inteligencia artificial y los sensores inteligentes seguirán evolucionando, pero para que funcionen adecuadamente se necesitarán datos fiables que sustenten la toma de decisiones”, señala. Además, recalca el valor de las estrategias que continúen fomentando la prevención, la separación en origen y la economía circular, en una visión donde toda la sociedad debe estar implicada. MOVISAT proyecta su futuro acompañando a los municipios con soluciones adaptadas a los cambios ambientales, normativos y sociales que acontezcan ahora y en un futuro.

 

"Creemos firmemente que el futuro del sector estará definido por la digitalización integral, la automatización de procesos y la optimización de recursos mediante el uso de sensores inteligentes y sistemas avanzados de identificación", comenta Alex Viruela, Director Comercial de MOBA.

 

ID&A, por su parte, plantea una visión más crítica pero complementaria, centrada en la calidad del dato y su valor social. Para José Sáiz, antes de desplegar tecnologías complejas como la inteligencia artificial, es esencial preguntarse “qué buscamos y cómo podemos encontrarlo sin sobrecargar a los técnicos municipales ni introducir sesgos artificiosos en el tratamiento de los datos”. En su opinión, la tecnología debe servir para comprender mejor el comportamiento ciudadano y redirigir los servicios municipales en función de esa información. “Nuestra visión sigue pasando, como desde hace 27 años, por la calidad del dato en la calle y por la idea de que el propietario de ese dato es el cliente”, concluye.

En definitiva, la gestión de residuos del futuro no dependerá solo de sensores, algoritmos y plataformas digitales, sino de una visión sistémica que combine tecnología con confianza, eficiencia con transparencia, y automatización con participación. Las empresas líderes del sector ya están construyendo ese futuro, con soluciones que no solo resuelven problemas del presente, sino que anticipan los desafíos que aún están por llegar.


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