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¿Puede la urbanización tener un impacto positivo en el clima?

Un estudio internacional muestra que la migración masiva de población de zonas rurales a zonas urbanas en China ha tenido un efecto positivo sobre las reservas de carbono del país

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Cordis


20/05/2022

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En los últimos decenios, China ha experimentado un gigantesco proceso de urbanización. En este sentido, se ha supuesto que la tala de bosques para construir ciudades ha liberado el carbono almacenado en ellos y, por ende, ha conllevado un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, esto no ha sido así, tal como se afirma en un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores. El equipo de investigación, que contó con el apoyo de los proyectos financiados con fondos europeos TOFDRY y CabaKarst, descubrió, en contra de la opinión general, que la migración masiva de población de zonas rurales a zonas urbanas en China ha tenido un efecto positivo sobre las reservas de carbono del país. Sus hallazgos se publicaron en la revista «Nature Sustainability».

Los científicos emplearon tecnología de teledetección para demostrar que, en los últimos veinte años, la urbanización ha supuesto un aumento de la biomasa y las reservas de carbono en las zonas rurales de China y en sus nuevas ciudades. A pesar de una pérdida inicial de carbono de 20 millones de toneladas de la biomasa aérea entre 2002 y 2010, en 2019 se produjo una ganancia mundial de 30 millones de toneladas de carbono, almacenadas en zonas urbanas gracias a la ecologización urbana. «Aunque el crecimiento urbano fu el responsable de la pérdida de carbono durante la primera mitad del período, las iniciativas de políticas verdes compensaron la pérdida y generaron un efecto de equilibrio general. De hecho, se ha logrado un ligero superávit en la cuenta del clima», afirma Xiaoxin Zhang, autor principal del estudio y estudiante de doctorado en la Universidad de Copenhague (UCPH, por sus siglas en inglés) (Dinamarca), coordinadora de los proyectos TOFDRY y CabaKarst, en una noticia publicada en «ScienceDaily».

 

Más de una razón

Los miles de millones de árboles plantados en los últimos decenios, como parte de la estrategia de forestación de China, no son la única razón de este superávit. «A medida que las personas se mudan a zonas urbanas densas, dejan atrás grandes extensiones de tierra, lo que alivia la presión sobre la vegetación natural y permite que la nueva vegetación absorba carbono. Al mismo tiempo, el descenso poblacional en las zonas rurales ha proporcionado más espacio para plantar nuevos árboles en el campo», explica la doctora Xiaowei Tong de la UCPH.

La cubierta arbórea también ha aumentado en las ciudades chinas en los últimos diez años. «Se puede criticar a China por muchas cosas, pero el país está muy avanzado en lo que respecta a la incorporación de espacios verdes en el urbanismo. Es muy probable que el aumento de sumideros de carbono en las zonas urbanas durante los últimos años sea el resultado de una política activa de ecologización urbana. Este proceso compensa el CO2 liberado por la tala de árboles y plantas para el desarrollo urbano», indica el catedrático Rasmus Fensholt de la UCPH, coautor del estudio, y agrega que «la urbanización puede ser un elemento fundamental de una receta para reducir las emisiones de CO2, si el desarrollo urbano está pensado para ser lo suficientemente ecológico».

Así las cosas, el estudio, que contó con el apoyo de los proyectos TOFDRY (Trees outside forests in global drylands) y CabaKarst (Between degradation and conservation: The carbon balance of the Chinese karst ecosystem) advierte que las medidas actuales no bastan para que China alcance su objetivo de neutralidad climática para 2060. «Existe un límite en cuanto a la cantidad y el tiempo que los árboles pueden absorber CO2. En algún momento, un bosque maduro dejará de capturar carbono. Así pues, si China quiere lograr la neutralidad climática, plantar más árboles no será suficiente. Por esta razón, es crucial que reduzca de forma drástica las emisiones procedentes de los combustibles fósiles. Con todo, en este estudio observamos lo que podría denominarse como un “impulso inicial” de su transición ecológica», concluye Fensholt.


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