Una de las medidas para adaptar las urbes pasa por crear y aumentar la superficie verde en la ciudad, como por ejemplo con parques, jardines, bosques urbanos o arbolado viario. Los beneficios son muchos
Las consecuencias del cambio climático son muy palpables en las ciudades: olas de calor insoportables en verano, contaminación, sequía y otros eventos extremos como la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos o gota fría). Los diseños de las ciudades han quedado obsoletos para hacer frente a estos retos, por eso es esencial repensar las urbes para adaptarlas a esta nueva situación. No hay una única solución, pero lo que sí es seguro es que las conocidas como soluciones basadas en la naturaleza (SBN) y la ciencia tienen que tener un papel importante. Además, colaborar junto con actores de diferentes disciplinas como la política, la arquitectura, el urbanismo, la ingeniería, la ecología urbana y la salud nos ayudarán a repensarlas de manera holística. Las SBN son acciones para proteger, gestionar de manera sostenible y restaurar los ecosistemas tanto naturales como modificados (por ejemplo, ciudades) que abordan los desafíos de la sociedad de manera efectiva y adaptativa, beneficiando simultáneamente a las personas y la naturaleza. Son enfoques, acciones o procesos que se inspiran en la naturaleza para dar solución a distintos problemas relacionados con la gestión territorial y urbana como la adaptación al cambio climático, la gestión de los recursos, del agua, la seguridad alimentaria o la calidad del aire y el entorno.
Los diseños de las ciudades han quedado obsoletos para hacer frente a estos retos, por eso es esencial repensar las urbes para adaptarlas a esta nueva situación.
Una de las medidas para adaptar las urbes pasa por crear y aumentar la superficie verde en la ciudad, como por ejemplo con parques, jardines, bosques urbanos o arbolado viario. Los beneficios son muchos. Las plantas - desde hierbas hasta árboles- ayudan a refrescar el ambiente, incluso aunque no proporcionen sombra, porque a través de la transpiración van enviando agua a la atmósfera que las rodea. Además, tener vegetación en las ciudades purifica el aire ya que facilita la retención de las partículas en suspensión del tráfico; ayuda a secuestrar más carbono de la atmósfera; que los suelos se erosionen menos - porque las raíces de los árboles los sustentan- y aumenta el número de polinizadores como abejas y mariposas, entre otros muchos servicios ambientales.
Pero esto no es todo. Otro de los beneficios de aumentar la superficie de espacios verdes tanto en las ciudades como fuera es que minimizan el impacto de las inundaciones. El motivo es que el suelo de las zonas verdes es poroso y actúa como una esponja capaz de absorber el agua cuando llueve; también las raíces de árboles y arbustos ayudan a retenerla además de retener el suelo. En cambio, el cemento es impermeable y, por lo tanto, no retiene el agua cuando llueve, haciendo que se acumule y circule mucho más rápido. Cuanta más infraestructura verde haya, más se minimiza el riesgo de que se inunden calles y edificios. Además de parques, otras medidas para minimizar y suavizar el impacto de las inundaciones son los sistemas de drenaje sostenible (SUDs). Por ejemplo, hay pavimentos que imitan al “suelo natural” y son permeables. También se pueden construir adoquines intercalados con vegetación o bloques de hormigón con espacios que ayuden a reducir el volumen de agua. Otro ejemplo enfocado al agua son los ‘jardines de lluvia’, construcciones en medio de la ciudad que tienen una ligera depresión donde se planta vegetación y se llenan de agua cuando llueve; estos jardines se componen de especies de plantas resistentes tanto a la sequía como el exceso de agua. Otro caso de SUDs son las zonas húmedas urbanas, áreas inundadas de forma controlada donde se utilizan plantas acuáticas para filtrar el agua de la escorrentía cuando llueve, plantar vegetación en los márgenes de las calles o promover los techos verdes para canalizar y filtrar la lluvia.
Es evidente que las ciudades necesitan más espacios verdes, pero es igual de importante diseñarlos siempre contando con un asesoramiento científico. Un criterio que debe de tenerse es el de priorizar los árboles autóctonos, suelen estar más acostumbrados a las condiciones ambientales de la zona y tiene una red de relaciones naturales ya consolidada: algunos animales se comen sus frutos, lombrices e insectos que se aprovechan de la madera cuando muere, etc. Aunque puede haber excepciones y combinarlos con especies de árboles de otras regiones, ya que a menudo dentro de las ciudades las condiciones ambientales son más difíciles y puede haber incluso entre 5 y 10 ºC de diferencia de temperatura entre fuera y dentro del entorno urbano.
Respecto a los árboles exóticos si bien es cierto que son atractivos para plantar en las ciudades porque tienen hojas y flores vistosas y toleran las situaciones difíciles propias del ecosistema urbano, como la contaminación o la compactación del suelo, también hay que tener presente que muchos de ellos pueden proliferar descontroladamente y perjudicar a la fauna y flora autóctona si se convierten en especies invasoras, por ello es esencial estudiar muy bien qué especies se deciden plantar.
Una clave fundamental cuando se diseñan nuevos espacios urbanos es trabajar y escuchar a la comunidad para crearlos. Por un lado, para aumentar la conciencia sobre los beneficios de las soluciones basadas en la naturaleza y, por otro, para tener en cuenta sus necesidades.
Otro criterio importante es el agua y el riego que van a necesitar las plantas y árboles. Dado que las sequías van en aumento, uno de los requisitos para elegir qué especies de árboles plantar en las ciudades es que tengan poca demanda de agua. Por ejemplo, la encina (Quercus ilex), el almez (Celtis australis), y el olivo (Olea europaea) tienen unos requerimientos hídricos bajos. A menudo, los árboles que necesitan poca agua para vivir, no hacen grandes copas ni muy densas o no nos ofrecen la sombra que necesitamos. Una opción que puede solucionar este problema es combinar especies de ambos tipos: árboles con bajos requerimientos de agua conviviendo con algunos que tengan mayor, pero hagan mucha sombra. Así se podrán gestionar los recursos hídricos de forma más eficiente. Al mismo tiempo, debemos tener presente que las condiciones climáticas pueden variar a lo largo del año (y a lo largo de los años) y tener diferentes especies de árboles en una misma comunidad ayuda a que ese espacio verde sea más resistente a las sequías y otras variaciones del clima. Además, aunque estamos acostumbrados a ver árboles recién plantados que son muy grandes en la ciudad, es conveniente plantarlos más pequeños. Los árboles más jóvenes desarrollan mejor sus raíces y, por lo tanto, cuando crezcan serán más autosuficientes para obtener el agua y más resistentes.
Otra pieza fundamental cuando se diseñan nuevos espacios urbanos es trabajar y escuchar a la comunidad para crearlos, por un lado, para aumentar la conciencia sobre los beneficios de las soluciones basadas en la naturaleza y, por otro, para tener en cuenta sus necesidades.
En este sentido, una iniciativa en Cataluña que busca construir urbes y espacios más verdes teniendo en cuenta las necesidades locales es Replantegem. El proyecto, que comenzó en 2018 en Sabadell, ofrece sus servicios a diversos ayuntamientos, pronto también a empresas y hogares particulares. Para hacerlo posible, cuenta con un equipo científico multidisciplinar que conformamos Mariona Ferrandiz Rovira, doctora en ecología, investigadora postdoctoral al CREAF y profesora asociada a la UAB; Oriol Serra, arquitecto y urbanista; y Albert Bach Pagès, doctor en epidemiología ambiental y investigador postdoctoral en el ISGlobal y el CREAF. Entre las iniciativas recientes que han impulsado destacan el proyecto ‘rePLANTegem entorns escolars’, donde hicieron un trabajo conjunto con profesorado y alumnado para reverdecer los patios de tres escuelas públicas en Barcelona: Ferrer y Guardia (situada en Ciudad Meridiana), Patronat Domènech (Gràcia) y Diputació (Eixample). Otro trabajo reciente ha sido “Participa! Fes ciència ciutadana a Mollet del Vallès“, que consiste en el diseño de una estrategia de participación ciudadana ambiental basada en la ciencia ciudadana y que se centra en el concepto de ciudad saludable . Otro ejemplo en Cataluña es Sant Boi Respira + Verd, que también cuenta con la participación del CREAF.
Artículo de Mariona Ferrandiz Rovira, Investigadora del CREAF y profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Texto elaborado con el soporte de Ángela Justamante, responsable de prensa del CREAF.
Foto de la autora: Galdric Mossoll, CREAF.
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