La propuesta comienza con la implantación de una normativa que obligue a las empresas a la disposición de unas etiquetas identificativas en todos sus productos en cuanto al tipo de objeto que es (plástico, vidrio, cartón, etc.) para facilitar su correcto reciclaje. Además de estas etiquetas, todos los productos dispondrán también de un código QR que será identificado y verificado en su correspondiente contenedor permitiendo abrir sus puertas para depositarlo en él; de esta forma no hay opción al error puesto que si se está intentando tirar un residuo en un contenedor erróneo, las puertas no se abrirán. Pero el sistema es distinto con las bolsas, puesto que éstas llevan un código genérico, y si lo que contienen está mal reciclado, se verificará después en la planta de tratamiento; momento en el cual se procederá a identificar a la persona que arrojó ese deshecho equivocadamente y se le sancionará.
El nuevo sistema de contenedores propuestos funciona de la siguiente manera:
Para el caso de los residuos orgánicos el sistema contiene alguna variación puesto que estos deshechos no pueden ser identificados individualmente. Se propone la creación de dos tipos de contenedores para dichos residuos: uno de ellos que será exclusivamente orgánico (restos de comida, pequeñas plantas, etc.) y que irá destinado a la elaboración de compost y para el cual se necesita una absoluta concienciación de los individuos de forma que es necesaria su identificación para el vertido en este contenedor; y un segundo contenedor orgánico sin identificación personal en la que puede depositarse cualquier resto orgánico además de los antes mencionados.
Los contenedores propuestos llevan integrado un sistema de llenado en el interior que envía una señal a la central de los servicios de recogida cuando se encuentra lleno para permitir realizar la ruta de recogida a diario y así evitar viajes innecesarios. Esta optimización de la ruta permite que los camiones de recogida contaminen menos al realizar menos recorrido diario por las calles.
Finalmente, los residuos serán destinados a una incineradora que se propone construir cercana al ámbito de actuación y que no es nociva para la salud de la población, la cual tratará los residuos de forma separativa y con ello se obtendrá energía eléctrica y térmica para el consumo humano.
Este sistema está estudiado para ser implantado en el distrito de Usera, pero puede ser un método universal para todos los ámbitos y ciudades.
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