Entrevista a Álvaro Coello, presidente de la Asociación Profesional de Diseñadores de Iluminación (APDI)
Desde diciembre de 2024, Álvaro Coello de Portugal lidera la Asociación Profesional de Diseñadores de Iluminación (APDI) con una visión ambiciosa: situar el diseño de iluminación en el centro de las decisiones que configuran el futuro de nuestras ciudades. En esta entrevista, detalla los ejes estratégicos de su mandato, que incluyen el fortalecimiento del colectivo profesional, la promoción de la cultura de la luz y la difusión del valor que una iluminación bien diseñada aporta al entorno urbano. También reflexiona sobre cuestiones fundamentales como la sostenibilidad, la innovación tecnológica y el papel emergente del alumbrado público como infraestructura clave para construir ciudades más seguras, eficientes y habitables.
Desde que asumí la presidencia de la APDI, hemos definido una hoja de ruta basada en el corto, medio, y largo plazo. Contamos con una Junta Directiva de lo más motivada, y esto hace que estemos en un momento particularmente interesante. Los objetivos se basan en tres ejes fundamentales: fortalecer la comunidad profesional, ampliar la visibilidad de la cultura de la luz en la sociedad y posicionar la iluminación como una profesión clave dentro de las estrategias de transformación social y del entorno. Nuestro objetivo es dar mayor protagonismo al diseño de iluminación en general, así como en los foros de arquitectura, sostenibilidad y políticas públicas. Para ello, estamos potenciando alianzas estratégicas con instituciones y universidades, reforzando la formación continua y promoviendo el reconocimiento del trabajo de nuestros profesionales tanto a nivel nacional como internacional.
Cuando hablamos de cultura de la luz, nos referimos a una manera consciente y crítica de entender cómo la iluminación afecta a nuestra percepción del entorno, nuestra salud y nuestro bienestar. No es solo una cuestión técnica, sino también estética, social y ambiental. En el contexto urbano, esto se traduce en diseñar con sensibilidad, respetando los ritmos naturales, reduciendo la contaminación lumínica y fomentando espacios más amables y seguros. Esta mirada es inseparable de las estrategias de sostenibilidad, porque una ciudad bien iluminada no solo consume menos energía, sino que también mejora la calidad de vida de sus habitantes.
Uno de los grandes retos sigue siendo la obsolescencia de muchas instalaciones, que no solo implican un mayor consumo energético, sino también una menor calidad de iluminación y una escasa adaptabilidad a las necesidades reales del entorno. También encontramos una falta de planificación a largo plazo, donde priman criterios económicos de corto alcance frente a enfoques integrales de diseño. Las ayudas públicas, si se gestionan con criterio, pueden ser una gran oportunidad para revertir esta situación, siempre que se enfoquen desde una visión estratégica, con participación de expertos en diseño de iluminación y pensando en la vida útil y el impacto global de las soluciones adoptadas.
Estamos viendo una clara evolución hacia sistemas más adaptativos, inteligentes y centrados en el usuario. El alumbrado público ya no es solo una cuestión de encender o apagar luces; ahora hablamos de sensores, conectividad, análisis de datos en tiempo real y gestión dinámica de la luz. También hay una creciente preocupación por la calidad del color, la temperatura de la luz y su impacto en la biodiversidad. En el corto plazo, la tendencia es consolidar estas tecnologías y hacerlas más accesibles. A medio plazo, veremos cómo el alumbrado se integra como una infraestructura clave dentro del ecosistema urbano digital, con capacidad para interactuar con otros servicios de la ciudad.
Las soluciones más prometedoras son aquellas que combinan tecnología de última generación, por el momento copada por la tecnología LED, con sistemas de telegestión y sensorización. Esto permite reducir drásticamente el consumo energético y, al mismo tiempo, mejorar la experiencia del ciudadano. Además, el diseño de iluminación bien integrado con el paisaje urbano puede revitalizar zonas degradadas y reforzar el carácter iden - titario de un lugar.
"En los próximos años, veremos cómo la iluminación dialoga con el entorno, se adapta a los usos del espacio, contribuye a la narrativa urbana y actúa como un elemento de cohesión social"
Un ejemplo destacable es el uso de luz roja en áreas naturales para minimizar el impacto en los insectos nocturnos, como se ha hecho en ciertas zonas costeras de los Países Bajos, donde se han instalado luminarias LED de espectro específico para proteger la biodiversidad local. Por otro lado, en ciudades como Valencia, el sistema de alumbrado público se ha integrado con plataformas de gemelo digital urbano, permitiendo no solo la gestión remota de la iluminación, sino también la incorporación de datos ambientales y de movilidad en tiempo real para mejorar la planificación urbana.
Afortunadamente el mundo ha evolucionado, y ya no se trata solo de iluminar, sino de hacerlo con un propósito y una responsabilidad ambiental. La planificación urbana está incorporando cada vez más estos criterios desde las fases iniciales, lo que permite diseñar soluciones más coherentes y eficaces. Los beneficios son múltiples: desde la reducción de emisiones y costes operativos, hasta la mejora del confort visual, la seguridad y la cohesión social. Además, se abre la puerta a una mayor innovación, donde cada proyecto puede ser un laboratorio de buenas prácticas replicables en otros contextos.
El alumbrado público se está convirtiendo en una plataforma clave dentro del modelo Smart City. Al estar distribuido por toda la ciudad, con acceso a energía y a una red de datos, tiene el potencial de albergar sensores de todo tipo: calidad del aire, ruido, tráfico, presencia, etc. Esto permite no solo una gestión más eficiente de la luz, sino también una recopilación de información valiosa para la toma de decisiones urbanas. Esta red de sensores, cuando se integra con modelos de gemelo digital, permite simular y anticipar comportamientos urbanos en tiempo real, optimizando recursos y mejorando la planificación de los servicios municipales. Entre las soluciones más implantadas están las redes de telegestión, los nodos IoT integrados en las luminarias y los sistemas de iluminación adaptativa en función de la actividad en el entorno.
"Creo que estamos ante una redefinición del papel del alumbrado en la ciudad. De ser una infraestructura invisible, pasa a ser un actor activo en la experiencia urbana"
Creo que estamos ante una redefinición del papel del alumbrado en la ciudad. De ser una infraestructura invisible, pasa a ser un actor activo en la experiencia urbana. En los próximos años, veremos cómo la iluminación dialoga con el entorno, se adapta a los usos del espacio, contribuye a la narrativa urbana y actúa como un elemento de cohesión social. Será una iluminación más sensible, más consciente, más humana. Un puente entre tecnología y ciudadanía, entre funcionalidad y emoción.
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