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El Área Metropolitana de Barcelona ha reducido un 34% su consumo de agua en el riego de parques en 12 años


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La red de parques del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) contaba en 2006 con una superficie de 1.660.093 metros cuadrados, que consumieron 394.983.000 litros de agua. La superficie total de los parques gestionados por la AMB en 2017 era de 2.346.107 m2, con un consumo medio de 369.284.000 litros. En 2006, momento previo al decreto de sequía, el consumo medio de los parques era de 237,93l / m2 para su mantenimiento integral. En 2008, con las estrictas restricciones del decreto de sequía que conllevaron cortes generales de suministro y preocupación por el correcto mantenimiento de la vegetación, el consumo medio bajó hasta los 124,21 l / m2, provocando una situación anómala y muy delicada.

 

A lo largo de estos años, el servicio de parques de la AMB trabaja buscando el equilibrio entre una óptima gestión del agua y una buena calidad de los parques a través de la racionalización del consumo de agua.

 

Al 2017, sin restricciones legales y aplicando criterios de sostenibilidad en los parques, el consumo medio ha sido 157,40l / m2 · año, manteniendo un consumo bajo a pesar de haber sido un año seco y falto de lluvias.

 

Racionalización del consumo en la red de agua, las láminas de agua y otras medidas asociadas a la vegetación.

 

 

Redes de agua

 

El primer objetivo planteado por parte de la AMB hacia la reducción del consumo de agua es la mejora continua de las instalaciones de agua de los parques (riego automático, red de bocas del riego y fuentes de boca y ornamentales). Las medidas contempladas para alcanzar esta meta son la mejora de las redes internas de distribución de agua, la automatización y la adaptación de los sistemas del riego a la vegetación existente, la telegestión (en coordinación con los municipios) y la potenciación de abastecimiento alternativos al agua potable.

 

La mejora de las redes internas de distribución de agua han permitido reducir el número de puntos de fuga y agilizar las maniobras en la instalación. Se ha ido renovando gradualmente las redes de distribución interna de agua y se ha ido implantando el riego automático en zonas que se regaban manualmente, siendo así más eficientes con el agua consumida. Paralelamente, se ha hecho una revisión de las instalaciones de riego automático, asegurando que el sistema de riego (aéreo o subterráneo) sea el más eficiente según la tipología de vegetación a mantener.

 

El análisis y seguimiento de los consumos mensuales permite la detección de fugas de agua. La existencia de contadores parciales distribuidos por los parques permiten saber con exactitud el uso del agua, localizar a qué parte de la red de agua se produce un exceso y valorar cuál es el consumo real de agua destinado al mantenimiento del parque.

 

Además, cabe destacar sobre la telegestión, que es la sistematización del riego automático que permite un control 'on-line' de la programación y los cortes de riego. mecanismo que se basa en la sistematización de este riego automático. Además, los parques metropolitanos disponen de pequeñas estaciones meteorológicas que tienen pluviómetro y anemómetro que sirven para detectar precipitación y viento. En caso de que se produzcan estos fenómenos meteorológicos, se detiene automáticamente el sistema de riego, evitando regar sobre mojado. Este mecanismo permite ser ágiles en los controles del consumo de agua y no malgastar en caso de que ya llueva o bien que el viento riegue zonas innecesarias.

 

En cuanto al abastecimiento, la AMB ha ido adaptando las instalaciones internas del parque para poder consumir de forma diferenciada agua potable y agua del subsuelo (freática). Cuando se dispone de los dos abastecimientos, la red interna se duplica para segregar el agua de uso de boca de aquella procedente de la red freática que no es apto para el consumo humano. En los parques donde se dispone de este abastecimiento alternativo, se utiliza agua no potable. Este criterio de priorizar el consumo de agua de freático por delante de la potable ha permitido un ahorro de 107.843 litros de agua potable entre 2008 y 2010.

 

 

Láminas de agua

 

Las láminas de agua es un término que hace referencia a todas las superficies de agua que podemos encontrar en un parque: balsas, lagos y estanques. El servicio de parques de la AMB ha hecho un replanteamiento de estas láminas, aplicando criterios de naturalización que no sólo han supuesto una reducción importante en el consumo de agua sino también en el uso de productos químicos. Este nuevo criterio en la gestión de láminas supone un ahorro de agua que puede alcanzar los 26.000 m3 en un año, teniendo en cuenta que cada vaciado consume un volumen muy importante de agua. Por ejemplo, rellenar la balsa de Can Zam son 4000 m3, cifra que equivaldria al consumo de 4.000.000 de botellas de litro.

 

La AMB ha redactado y aplica un protocolo de gestión de las láminas, con el objetivo de mejorar la sostenibilidad, reduciendo las frecuencias de vaciados. Este procedimiento también persigue potenciar la biodiversidad, mejorar el paisaje y convertir las láminas en ejemplos de conservación. Dentro de este método, destaca la naturalización, los controles periódicos de la calidad del agua y su aprovechamiento post-vaciados para regar la vegetación.

 

La naturalización de estos espacios acuáticos se consigue utilizando sistemas basados ??en la naturaleza como la no utilización de productos químicos (cloro y alguicidas), la introducción de vegetación acuática y diversas actuaciones relacionadas con el fomento de la fauna autóctona. Una de las actuaciones que la AMB está trabajando en este sentido es el control de fauna exótica, principalmente carpines y tortugas de florida, mediante la colocación de asas de captura y la contratación de trabajos de pesca eléctrica. La combinación de estas actuaciones relacionadas con la naturalización mejoran la calidad del agua y reducen la necesidad de vaciados y el consumo de agua asociado a esta tarea.

 

 

Otras medidas asociadas a la vegetación

 

Utilizar una vegetación adaptada al clima propio del lugar es importante porque también se optimiza el consumo de agua. Se promueve la utilización de las 'céspedes cálidas' Y los 'prados secos'.

 

En primer lugar, los céspedes cálidas son aquellas que tienen un bajo consumo hídrico y son propias del clima mediterráneo, de tal forma que no consumen tanta agua y adquieren un tono marrón durante el invierno. El Jardín de la AMB es un parque que utiliza esta tipología de céspedes, con la especie 'Zoysia'.

 

Por otra parte, se potencian los 'prados secos', que son formaciones vegetales de carácter natural sin riego, los cuales generan más biodiversidad y requieren un bajo mantenimiento comparados a los céspedes tradicionales.

 

Cabe mencionar la experiencia del Jardín Botánico, que hace pruebas con especies mediterráneas para introducir posteriormente los parques metropolitanos y someterlas a la presión de un espacio público. El Parque de las Palmeras es el parque donde han plantado más especies que previamente habían sido ensayadas en el Jardín Botánico de Barcelona.

 

Finalmente, una mejora complementaria a la vegetación son los llamados 'acolchados'. Se trata de materia orgánica procedente de la trituración de los restos de poda que ayudan a mejorar las condiciones del suelo, mantienen su humedad y evitan la proliferación de malas hierbas. El hecho de mantener un subsuelo húmedo hace que haya menos necesidad de regar, lo que lleva a disminuir también el consumo de agua.


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