Entrevista a Carlos Moreno, investigador de renombre internacional, experto en urbanismo sostenible y creador del concepto de la “ciudad de quince minutos”
En un momento en que las ciudades son tanto el escenario de los mayores desafíos globales, como de las oportunidades más prometedoras, repensar el cómo concebimos y desarrollamos nuestros entornos urbanos ha dejado de ser una opción, para convertirse en necesidad. En esta entrevista, conversamos con Carlos Moreno, investigador de renombre internacional, experto en urbanismo sostenible y creador del concepto de la “ciudad de quince minutos”. Con una carrera marcada por la innovación, la investigación y la implementación de soluciones para transformar nuestras ciudades en lugares más habitables, equitativos y resilientes, Moreno nos ofrece una visión profunda sobre las estrategias clave para lograr un futuro urbano más sostenible. Desde la importancia de la participación ciudadana hasta las políticas públicas necesarias y el papel de las nuevas tecnologías, en esta conversación exploramos cómo podemos rediseñar nuestras ciudades para mejorar tanto la calidad de vida de sus habitantes como la salud del planeta.
Mi carrera profesional está en la intersección de la ciencia, la innovación y la gestión urbana. Con mi formación científica en el campo de los sistemas complejos y las matemáticas aplicadas, empecé a trabajar en la innovación tecnológica. He trabajado tanto en el mundo académico como en el de las startups y en apoyo a grandes empresas. Poco a poco, he utilizado mi enfoque en los sistemas complejos para abordar problemas de urbanismo y, de manera general, los desafíos contemporáneos. Estudié cómo la creación de soluciones urbanas podría transformar no solo los espacios físicos, sino también la calidad de vida de sus habitantes y la salud del planeta. Desde hace muchos años, tengo la profunda convicción de que la transformación de nuestras ciudades es un elemento clave para la supervivencia de nuestro planeta, mejorando el medioambiente, la biodiversidad y el bienestar humano. He desarrollado el concepto de la ciudad de quince minutos, basándome en esta convicción. Mi trabajo hoy es seguir difundiendo y aplicando este concepto en todo el mundo. Por ello, sigo siendo investigador académico, escritor científico y el Director Científico de la Cátedra de Emprendimiento, Territorio e Innovación (ETI) en la Universidad de la Sorbonne (Panthéon-Sorbonne) (IAE Paris). También soy asesor científico de personalidades nacionales e internacionales e inspiro a alcaldesas y alcaldes de todo el mundo, siendo la primera la alcaldesa de París, pionera y visionaria, Anne Hidalgo.
El concepto de la “ciudad de quince minutos” surgió como una respuesta a la creciente insatisfacción con las grandes metrópolis, donde los tiempos de desplazamiento son largos, la calidad de vida está comprometida y el entorno urbano parece desconectado de las verdaderas necesidades de sus habitantes. La idea central es simple: en una ciudad de quince minutos, los residentes deben poder acceder a todos los servicios esenciales —trabajo, educación, salud, tiendas y espacios recreativos— a una corta distancia, ya sea caminando, en bicicleta o utilizando transporte bajo en carbono desde sus hogares.
Los principales objetivos de este modelo son reducir la dependencia del automóvil, fomentar estilos de vida más saludables, revitalizar la vida de los barrios y hacer que las ciudades sean más resilientes frente a desafíos como el cambio climático. Al acercar los servicios a las personas, no solo se reduce la huella de carbono, sino que también se promueve una mayor cohesión social y un sentido de pertenencia comunitaria más fuerte.
Los beneficios son claros en las ciudades que han adoptado este modelo: menor contaminación, más espacios verdes, una vida comunitaria más rica y activa, y una mejor calidad de vida para los residentes. Además, este enfoque descentralizado de la planificación urbana ayuda a aliviar la presión sobre los centros urbanos congestionados y a distribuir de manera más equitativa los recursos y oportunidades en toda la ciudad.
"El desarrollo urbano sostenible debe estar guiado por principios que promuevan no solo la eficiencia y a funcionalidad, sino también la equidad y el bienestar de las personas"
El desarrollo urbano sostenible debe estar guiado por principios que promuevan no solo la eficiencia y la funcionalidad, sino también la equidad y el bienestar de las personas. Desde mi perspectiva, estos principios incluyen la proximidad, que implica diseñar ciudades en las que las distancias entre los lugares esenciales se reduzcan, lo que permite una mayor accesibilidad a pie o en bicicleta. También se destaca la diversidad, que busca crear barrios mixtos que integren diferentes funciones, como viviendas, comercios, servicios y espacios de ocio.
Otro principio clave es la conectividad en transportes públicos, asegurando que las infraestructuras de transporte sean sostenibles y accesibles, priorizando el transporte público, los carriles bici y los peatones por encima de los vehículos motorizados. Además, es fundamental la economía, generando empleo local, circuitos cortos, actividad productiva localizada, utilización de materiales locales y recuperación de saberes propios. Esto incluye ofrecer nuevos modelos de negocio con edificios de usos múltiples y nuevas estrategias de generación de actividades más descentralizadas en una ciudad policéntrica.
La participación ciudadana también es esencial; las ciudades sostenibles deben ser co-creadas con sus habitantes, permitiendo que las voces de las comunidades guíen el desarrollo urbano. Por último, la vegetación juega un papel crucial, garantizando una presencia suficiente de árboles y vegetación para reducir el calor urbano, retener la humedad, reciclar el aire, gestionar el agua de lluvia y mejorar la diversidad biológica.
Para mí, sostenibilidad y calidad de vida están estrechamente relacionadas. Una ciudad insostenible es una ciudad invivible y solo va a empeorar en los próximos años. Una ciudad sostenible no solo tiene en cuenta la reducción de emisiones y el uso eficiente de los recursos, sino que también prioriza la salud física y mental de sus habitantes, creando espacios donde las personas se sientan conectadas entre sí y con su entorno.
Las ciudades están en plena transformación. Es necesario deshacer los errores urbanísticos del siglo pasado, que han hecho que nuestras ciudades dependan del automóvil, que nuestro aire esté contaminado y que la vida de sus habitantes sea agotadora. La conciencia medioambiental ha provocado un cambio en las políticas urbanas, así como la adopción de enfoques sostenibles.
Muchas ciudades se han pronunciado a favor de transformar su organización, actividades y sistemas de transporte. Las políticas de transporte público, por ejemplo, se han desarrollado en todo el mundo. En los últimos años, también hemos observado que muchas ciudades han adoptado planes muy ambiciosos para hacer frente al cambio climático, la contaminación y la crisis de la vivienda. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Ahora debemos entender la ciudad como un ecosistema específico y actuar sobre ese ecosistema en su conjunto, transformando calles, parques y edificios para crear cadenas de interacciones positivas. Este es un reto importante para las ciudades en crecimiento y los países en desarrollo, que enfrentan significativos desafíos en términos de gestión de recursos, infraestructura e integración de soluciones sostenibles en sus estrategias de desarrollo.
"Es necesario deshacer los errores urbanísticos del siglo pasado, que han hecho que nuestras ciudades dependan del automóvil, que nuestro aire esté contaminado y que la vida de sus habitantes sea agotadora"
Uno de los principales obstáculos para el desarrollo urbano sostenible es la inercia de los modelos tradicionales de planificación, que están centrados en el automóvil y en el crecimiento expansivo. Además, la falta de inversión en infraestructura sostenible y la resistencia cultural al cambio dificultan la implementación de soluciones innovadoras. Las ciudades también enfrentan presiones económicas que a menudo privilegian desarrollos rápidos y rentables en lugar de proyectos sostenibles a largo plazo.
Para superar estas barreras, es crucial adoptar un enfoque multidimensional. Es necesario involucrar a todas las partes interesadas, desde gobiernos locales hasta empresas y ciudadanos, en la creación de soluciones conjuntas. Se debe priorizar la inversión en infraestructura sostenible y social, promover la adopción de energías limpias y fomentar una cultura de participación ciudadana que impulse la aceptación de nuevos modelos urbanos.
"Es crucial adoptar un enfoque multidimensional, que involucre a todas las partes interesadas, desde gobiernos locales hasta empresas y ciudadanos, en la creación de soluciones conjunta"
Estoy de acuerdo en que el papel de las instituciones públicas es fundamental para promover y poner en práctica un desarrollo urbano sostenible. Es lógico, ya que en la mayoría de los países, la planificación territorial y el desarrollo urbano son responsabilidades públicas. Estoy convencido de que estas políticas de transición deben abordarse de forma intersectorial y multiescalar en todos los departamentos gubernamentales, algo que no es natural en los departamentos públicos.
Estoy particularmente a favor de políticas públicas que incentiven la descentralización de servicios y promuevan el desarrollo local. Además, creo que los planes de desarrollo urbano deben incorporar trayectorias a corto, medio y largo plazo para lograr un desarrollo sostenible. En la actualidad, pueden implementarse acciones muy prácticas, como el desarrollo de rutas de tráfico ligero o el rediseño del espacio público para fomentar el bienestar. Las iniciativas de planificación a largo plazo, en cambio, deben anticipar el futuro, incluyendo zonas de bajas emisiones, incentivos para energías renovables y áreas de conservación de la biodiversidad.
París, con su ambicioso plan para convertirse en una ciudad de quince minutos, es un excelente ejemplo de cómo las estrategias urbanas pueden transformar el entorno. La ciudad ha implementado una serie de medidas que incluyen la creación de carriles bici, la introducción de zonas peatonales, la restricción del tráfico en ciertas áreas y el fomento de mercados locales. Otro ejemplo es Copenhague, donde la planificación a largo plazo ha permitido reducir drásticamente el uso del automóvil, convirtiéndose en una de las ciudades más amigables con las bicicletas en el mundo. Copenhague también ha invertido fuertemente en energías renovables.
Las lecciones que estas ciudades ofrecen son claras: la clave del éxito es la planificación integrada y la colaboración entre todos los sectores. Estas ciudades demuestran cómo la integración de políticas sostenibles puede generar un impacto positivo, mejorando la calidad de vida y reduciendo la huella ecológica.
Siempre es ambivalente hablar de desarrollo sostenible y tecnología, ya que la producción y el uso de herramientas tecnológicas ejercen presión sobre el medio ambiente y los recursos. Sin embargo, estoy convencido de que ciertas tecnologías pueden ser muy útiles para la optimización sostenible de las ciudades. Por ejemplo, los sistemas inteligentes de gestión de la energía y del agua, las plataformas que optimizan el tráfico y el transporte, o las soluciones de gestión de residuos pueden hacer que las ciudades sean más eficientes. La inteligencia artificial y los datos también pueden mejorar la planificación urbana, anticipando las necesidades futuras y optimizando el uso de los recursos. Además, innovaciones como la movilidad compartida y los vehículos eléctricos están contribuyendo a reducir las emisiones y mejorar la eficiencia del transporte.
La educación y la concienciación son vitales para la participación ciudadana. Es fundamental que las personas comprendan cómo sus decisiones diarias, como el uso del transporte o el consumo de energía, impactan en la sostenibilidad. Las comunidades deben estar activamente involucradas en los procesos de planificación y ejecución de proyectos urbanos para asegurar que estos reflejen sus necesidades.
Las ciudades pueden organizar consultas públicas a través de presupuestos participativos, consultas sobre proyectos urbanos y talleres específicos para cada proyecto. Es esencial que las autoridades públicas y los promotores urbanísticos e inmobiliarios integren la participación ciudadana en sus procesos como un valor real a tener en cuenta, y no solo como una obligación impuesta por el calendario administrativo.
"Las comunidades deben estar activamente involucradas en los procesos de planificación y ejecución de proyectos urbanos para asegurar que estos reflejen sus necesidades"
La colaboración entre actores y disciplinas es fundamental. Las ciudades son sistemas complejos, donde las soluciones no pueden surgir de una única disciplina, sino de la intersección de diversas áreas del conocimiento. En este sentido, la colaboración multidisciplinaria permite integrar las visiones de urbanistas, arquitectos, sociólogos, ingenieros, economistas y especialistas en medio ambiente, generando soluciones más completas y efectivas. En términos de implementación, la participación de diferentes actores —ya sean públicos, privados, la sociedad civil y la academia— asegura que las soluciones se adapten a las necesidades reales de la ciudadanía.
La colaboración internacional también juega un papel importante en la promoción de políticas de urbanización sostenible a nivel global. Organizaciones como el C40 Cities Climate Leadership Group, CGLU y ONU-Hábitat están comprometidas con la lucha contra el cambio climático, compartiendo y adaptando las experiencias locales de ciudades líderes a otras urbes del mundo. Estas colaboraciones permiten la creación de herramientas prácticas como el Observatorio Internacional de la Proximidad, desarrollado entre otros por ONU-Hábitat, CGLU y la Cátedra ETI Panthéon-Sorbonne.
"Las ciudades son sistemas complejos, donde las soluciones no pueden surgir de una única disciplina, sino de la intersección de diversas áreas del conocimiento"
Soy un ferviente optimista y visualizo las ciudades del futuro como lugares agradables para vivir, donde se han reconstruido los lazos sociales y la biodiversidad florece sin impedimentos. Serán ciudades en las que las personas puedan trabajar, hacer deporte y reír sin estar aplastadas por el tiempo perdido en el transporte o asfixiadas por el aire contaminado.
Estas ciudades serán posibles gracias a un mayor enfoque en la resiliencia urbana y la adaptación al cambio climático. Estarán diseñadas para resistir las crisis medioambientales y fomentarán un modo de vida más local, en el que la proximidad a los servicios esenciales será prioritaria. Las tendencias más influyentes incluirán necesariamente el aumento del teletrabajo, la movilidad sostenible y la infraestructura verde.
"El futuro de nuestras ciudades depende de nuestra capacidad para repensar y rediseñar el espacio urbano, poniendo la sostenibilidad y la calidad de vida de los habitantes en el centro"
Mi mensaje es claro: el futuro de nuestras ciudades depende de nuestra capacidad para repensar y rediseñar el espacio urbano, poniendo la sostenibilidad y la calidad de vida de los habitantes en el centro. Debemos actuar con urgencia, pero también con una visión a largo plazo, para garantizar que las ciudades del futuro sean más inclusivas, habitables y resilientes. Escuchen a los ciudadanos, escuchen a los científicos y no teman tomar las decisiones necesarias para que las ciudades del mañana sean verdaderamente vivibles.
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