Durante años, el control se ha planteado muchas veces como una herramienta punitiva, poco transparente, basada en criterios ambiguos o percepciones subjetivas. Pero ese modelo está cambiando para bien, también para las contratas
Cuando se habla de control de calidad en los servicios urbanos, es fácil imaginar que la principal resistencia viene de las empresas concesionarias. No es raro escuchar frases como: “Eso solo sirve para sancionar”, “nos fiscalizan más de lo que nos ayudan” o “lo que quieren es pillarnos”.
Y es cierto que, durante años, el control se ha planteado muchas veces como una herramienta punitiva, poco transparente, basada en criterios ambiguos o percepciones subjetivas. Pero ese modelo está cambiando para bien, también para las contratas.
Cuando la calidad se puede demostrar con datos, el control deja de ser una amenaza y se convierte en el mejor argumento comercial
Para muchas empresas, la relación con el ayuntamiento o la administración contratante es una carrera de fondo. Firmas un contrato a varios años vista. Prestas un servicio esencial que todo el mundo ve, pero que rara vez se valora. Y, si algo falla, siempre es tu culpa.
En ese contexto, el control de calidad puede vivirse como una amenaza adicional: otro ojo que observa, otra mano que sanciona. Pero… ¿y si fuera justo lo contrario? ¿Y si el control sirviera para defenderte?
Pensemos un momento en esto:
Un sistema como MIRA QA|Servicios Urbanos no es una lupa sobre ti. Es una plataforma de evidencia común. Sirve para demostrar que haces bien tu trabajo. Para aportar trazabilidad. Para anticiparte a problemas que, de otra forma, te explotarían más tarde. Y sí, también para corregir cuando algo se desajusta. Pero hacerlo a tiempo, con datos, sin dramatismos.
Cuando hay criterios objetivos, indicadores compartidos y reglas claras, el día a día deja de ser un campo de minas y se convierte en una mesa de trabajo.
Eso implica ventajas concretas para la empresa:
En otras palabras: el control no te hace más vulnerable, te da herramientas para no depender de la subjetividad del técnico, del político o del vecino que se queja.
Imagina esto:
Eso ya lo están haciendo algunas empresas. No esperan a que el control les caiga encima. Lo integran. Lo aprovechan. Lo convierten en parte de su propuesta de valor. Porque saben que, en un entorno cada vez más exigente, la calidad se demuestra. Y MIRA es la herramienta que te lo facilita. No es vigilar. Es madurar.
Controlar la calidad no significa señalar culpables. Significa ponerle método a lo que todos decimos querer: mejores servicios. Para las contratas que quieren profesionalizarse, diferenciarse y construir relaciones de confianza a largo plazo, el control de calidad es una oportunidad. La verdadera amenaza es seguir trabajando sin datos, sin evidencia, sin defensa.
Y en ese camino, todos (administración, contratas y ciudadanía) salimos ganando. De hecho, algunas empresas están yendo un paso más allá: ofrecen proactivamente MIRA QA|Servicios Urbanos a sus clientes, no porque se les exija, sino porque confían en la calidad de su trabajo. En lugar de temer el control, lo convierten en un elemento de diferenciación y transparencia.
Porque cuando la calidad se puede demostrar con datos, el control deja de ser una amenaza… y se convierte en el mejor argumento comercial.
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