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Barreras vegetales contra la contaminación del aire en vías urbanas

El uso de infraestructuras vegetales en vías urbanas puede reducir en un 50% las partículas contaminantes producidas por el tráfico

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22/01/2020

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A pesar de la disminución de las emisiones, la calidad del aire sigue siendo deficiente en numerosas zonas de Europa. Por ejemplo, durante 2017, las concentraciones de partículas en suspensión en amplias zonas de Europa siguieron superando los valores límite de la Unión Europea y las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud, tal como se indica en un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Las partículas en suspensión, también conocidas como contaminación del aire con partículas, se deben a una mezcla compleja de partículas extremadamente pequeñas y gotas líquidas presentes en el aire. Cuando se inhalan, estas partículas pueden afectar al corazón y los pulmones, y provocar graves problemas de salud. Durante los últimos años, el uso de infraestructuras vegetales como árboles, setos y arbustos independientes a lo largo de las transitadas vías urbanas ha ido adquiriendo prioridad como medida para reducir la exposición a la contaminación atmosférica.

Un equipo de investigadores, que contó con el apoyo parcial del proyecto financiado con fondos europeos iSCAPE, llevó a cabo un experimento de cinco meses durante el cual midieron los contaminantes del tráfico delante y detrás de un seto que protegía un parque infantil en Guildford (Reino Unido). «Escogimos ese emplazamiento porque se trata de un largo seto despejado situado junto a una carretera concurrida y, por consiguiente, constituye una ubicación ideal para evaluar el efecto del propio seto», afirman los investigadores en un artículo publicado en la revista «Sustainable Cities and Society».

 

Factores que afectan a los niveles de contaminación

Los investigadores emplearon un sistema de sensores para valorar si la contaminación se reducía o no durante el ciclo vegetativo de un seto de haya. Los resultados mostraron que el clima, los días festivos y la fase del ciclo de vida del seto influían en la disminución de los niveles de concentración de la contaminación. «Las concentraciones absolutas de partículas delante y detrás del seto dependen de variables meteorológicas, biológicas y sociales, tales como las vacaciones escolares o las temporadas de lluvia». El estudio añade: «Por ejemplo, la disminución observada a mediados de febrero se debió a las vacaciones escolares en el Reino Unido y el período prolongado de bajas concentraciones a inicios de marzo fue provocado por la lluvia».

Los expertos del Centro global de la Universidad de Surrey para la investigación sobre un aire limpio (GCARE por sus siglas en inglés), socio del proyecto, llevaron a cabo el experimento y observaron unas reducciones de más del 50 % en las partículas tras la fase de reverdecimiento del seto a finales de abril. «Los expertos creen que esto podría deberse a que la densidad del seto o la viscosidad de las hojas influyeron considerablemente en la capacidad de las partículas contaminantes de atravesarlo», tal como se destaca en un comunicado de prensa de la Universidad de Surrey. «Sin embargo, los resultados también desvelaron reducciones menos marcadas de contaminantes gaseosos como el monóxido de carbono y el dióxido de nitrógeno, y que la dirección del viento apenas influía en los niveles de concentración».

En el comunicado de prensa también se cita al profesor Prashant Kumar, director fundador del GCARE y autor del estudio: «Este estudio no solo nos ha suministrado unas pruebas excepcionales que apoyan nuestra defensa de la colocación de setos y otras infraestructuras verdes (cuando proceda) a lo largo de vías concurridas para proteger escuelas, parques infantiles y a peatones o ciclistas frente a la exposición a la contaminación atmosférica, sino que también nos dio una indicación clara de las especies perennes a las que se debería dar prioridad como barreras contra la contaminación atmosférica para aprovechar su rendimiento todo el año». El proyecto iSCAPE (Improving the Smart Control of Air Pollution in Europe) que respaldó el estudio finalizó en el verano de 2019 tras 36 meses.


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